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19 Entonces el Señor trajo de occidente un viento muy fuerte, y barrió con las langostas y las arrojó al Mar Rojo. ¡Ni una sola langosta quedó en todo Egipto! 20 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.

La plaga de tinieblas

21 El Señor le dijo a Moisés:

«Extiende tu mano hacia el cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas(A) tan densas que hasta se puedan tocar.»

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