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Entonces Jezabel envió un mensajero a comunicar a Elías:

— Que los dioses me castiguen, si mañana a estas horas no hago contigo lo que les has hecho a ellos.

Elías se asustó y emprendió la huida para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado. Luego siguió por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo:

— ¡Basta ya, Señor! Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis antepasados.

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