19 Avisaron a Joab que el rey estaba llorando amargamente por Absalón. Cuando las tropas se enteraron de que el rey estaba afligido por causa de su hijo, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el ejército. Por eso las tropas entraron en la ciudad furtivamente, como lo hace un ejército avergonzado por haber huido del combate. Pero el rey, cubriéndose la cara, seguía gritando a voz en cuello: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!».

Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy usted ha llenado de vergüenza a todos sus siervos que salvaron su vida, la de sus hijos e hijas, esposas y concubinas.[a] ¡Usted ama a quienes lo odian y odia a quienes lo aman! Hoy ha dejado muy en claro que nada le importan sus comandantes ni sus soldados. Ahora me doy cuenta de que usted preferiría que todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida. ¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el Señor que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que usted ha sufrido desde su juventud hasta ahora!».

Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad. Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él.

David regresa a Jerusalén

Los israelitas, mientras tanto, habían huido a sus casas, y por todas las tribus de Israel se hablaba de la situación. Decían: «El rey nos rescató del poder de nuestros enemigos; él nos libró del dominio de los filisteos. Por causa de Absalón tuvo que huir del país. 10 Pero ahora Absalón, al que habíamos ungido como rey, ha muerto en la batalla. ¿Qué nos impide pedirle al rey que vuelva?».

11 Entonces el rey David mandó este mensaje a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: «Hablen con los jefes de Judá y díganles: “El rey se ha enterado de lo que se habla por todo Israel. ¿Serán ustedes los últimos en pedirme a mí, el rey, que regrese a mi palacio? 12 Ustedes son mis hermanos, ¡son de mi propia sangre! ¿Por qué han de ser los últimos en llamarme?”. 13 Díganle también a Amasá: “¿Acaso no eres de mi propia sangre? Tú serás de por vida el comandante de mi ejército, en lugar de Joab. ¡Que Dios me castigue sin piedad si no lo cumplo!”».

14 Así el rey se ganó el aprecio de todos los de Judá, quienes a una voz le pidieron que regresara con todas sus tropas, 15 de modo que el rey emprendió el viaje y llegó hasta el Jordán. Los de Judá se dirigieron entonces a Guilgal para encontrarse con el rey y acompañarlo a cruzar el río. 16 Pero el benjamita Simí, hijo de Guerá, oriundo de Bajurín, se apresuró a bajar con los de Judá para recibir al rey David. 17 Con él iban mil benjamitas, incluso Siba, que había sido administrador de la familia de Saúl, con sus quince hijos y veinte criados. Estos llegaron al Jordán antes que el rey 18 y vadearon el río para ponerse a las órdenes del rey y ayudar a la familia real a cruzar el Jordán. Cuando el rey estaba por cruzarlo, Simí, hijo de Guerá, se inclinó ante él 19 y dijo:

—Ruego a mi señor que no tome en cuenta mi delito ni recuerde el mal que hizo este servidor suyo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén. Le ruego al rey que olvide eso. 20 Reconozco que he pecado y por eso hoy, de toda la tribu de José, he sido el primero en salir a recibir a mi señor el rey.

21 Pero Abisay, hijo de Sarvia, exclamó:

—¡Simí maldijo al ungido del Señor y merece la muerte!

22 David respondió:

—Hijos de Sarvia, esto no es asunto de ustedes, sino mío. Están actuando como si fueran mis adversarios. ¿Cómo va a morir hoy alguien del pueblo, cuando precisamente en este día vuelvo a ser rey de Israel?

23 Y dirigiéndose a Simí, el rey juró:

—¡No morirás!

24 También Mefiboset, el nieto de Saúl, salió a recibir al rey. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había recortado el bigote, desde el día en que el rey tuvo que irse hasta que regresó sano y salvo. 25 Cuando llegó de Jerusalén para recibir al rey, este le preguntó:

—Mefiboset, ¿por qué no viniste conmigo?

26 —Mi señor y rey, como este servidor suyo es cojo, yo quería que me aparejaran un asno para montar y así poder acompañarlo. Pero mi criado Siba me traicionó, 27 y ahora me ha calumniado ante mi señor el rey. Sin embargo, mi señor el rey es como un ángel de Dios y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca. 28 No hay nadie en mi familia paterna que no merezca la muerte en presencia de mi señor el rey. A pesar de eso, usted le concedió a este servidor suyo comer en la mesa real. ¿Qué derecho tengo de pedirle algo más a Su Majestad?

29 El rey dijo:

—No tienes que dar más explicaciones. Ya he decidido que tú y Siba se repartan las tierras.

30 —Él puede quedarse con todo —respondió Mefiboset—; a mí me basta con que mi señor el rey haya regresado a su palacio sano y salvo.

31 También Barzilay el galaadita bajó al Jordán. Había viajado desde Roguelín para escoltar al rey cuando cruzara el río. 32 Barzilay, que ya era un anciano de ochenta años, le había proporcionado al rey todo lo necesario durante su estadía en Majanayin, pues era muy rico. 33 El rey le dijo:

—Acompáñame. Quédate conmigo en Jerusalén y yo me encargaré de todo lo que necesites.

34 —Pero ¿cuántos años de vida me quedan? —respondió Barzilay—. ¿Para qué subir con el rey a Jerusalén? 35 Ya tengo ochenta años y apenas puedo distinguir lo bueno de lo malo, o saborear lo que como y bebo, o aun apreciar las voces de los cantores y las cantoras. ¿Por qué ha de ser este servidor una carga más para mi señor el rey? 36 ¿Y por qué quiere Su Majestad recompensarme de este modo, cuando tan solo voy a acompañarlo a cruzar el Jordán? 37 Déjeme usted regresar a mi propio pueblo, para que pueda morir allí y ser enterrado junto a la tumba de mi padre y mi madre. Pero aquí le dejo a Quimán para que sirva a mi señor el rey y lo acompañe a cruzar el río. Haga usted por él lo que haría por mí.

38 —Está bien —respondió el rey—, Quimán irá conmigo y haré por él lo que me pides. Y a ti te daré todo lo que quieras.

39 La gente y el rey cruzaron el Jordán. Luego el rey le dio un beso a Barzilay y lo bendijo, y Barzilay volvió a su pueblo.

40 El rey, acompañado de Quimán y escoltado por las tropas de Judá y la mitad de las tropas de Israel, siguió hasta Guilgal. 41 Por eso los israelitas fueron a ver al rey y le reclamaron:

—¿Cómo es que nuestros hermanos de Judá se han adueñado del rey al cruzar el Jordán y lo han escoltado a él, a su familia y a todas sus tropas?

42 Los de Judá respondieron:

—¿Y a qué viene ese enojo? ¡El rey es nuestro pariente cercano! ¿Acaso hemos vivido a costillas del rey? ¿Acaso nos hemos aprovechado de algo?

43 Pero los israelitas insistieron:

—¿Por qué nos tratan con tanto desprecio? ¡Nosotros tenemos diez veces más derecho que ustedes sobre el rey David! Además, ¿no fuimos nosotros los primeros en pedirle que volviera?

Entonces los de Judá les contestaron aun con más severidad.

Footnotes

  1. 19:5 Véase nota en Gn 22:24.

David vuelve a Jerusalén

19 Joab se enteró de que el rey lloraba la muerte de Absalón y le guardaba luto, y de que la victoria de ese día se había convertido en día de luto para el pueblo, pues todos sabían que el rey sufría mucho por la muerte de su hijo. También se enteró de que el ejército que regresaba entró a la ciudad en completo silencio y a escondidas, como los que avergonzados huyen de la batalla, mientras el rey se cubría el rostro y clamaba: «¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío!»

Entonces Joab se dirigió al palacio, y le dijo al rey:

«Hoy has cubierto de vergüenza a todos tus siervos, los cuales han luchado por salvarte la vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la de tus mujeres y concubinas. Con tus lamentos nos demuestras que amas a los que te aborrecen, y aborreces a los que te aman. Con tus lamentos nos das a entender que ninguno de nosotros te importa nada, y que si Absalón estuviera vivo y nosotros muertos, tú estarías feliz. Levántate ahora mismo y ve a hablar con los hombres que te han sido fieles. Agradéceles su esfuerzo. Te juro que, si no lo haces, esta misma noche no quedará un solo hombre que te apoye. ¡Y eso será peor que todos los males que te hayan ocurrido desde tu juventud hasta la fecha.»

El rey se levantó y fue hasta la puerta. Y cuando su ejército supo que el rey estaba sentado a las puertas de la ciudad, todos fueron a ponerse a sus órdenes. Mientras tanto, los israelitas habían huido, cada uno a su casa.

Entre las tribus de Israel se suscitó una gran disputa, pues decían:

«El rey que luchó contra nuestros enemigos, y que nos libró de los filisteos, ahora ha huido del país por miedo a Absalón. 10 Y Absalón, a quien habíamos consagrado como rey, ha muerto en la batalla. ¿Por qué no se pronuncian en favor de que el rey David regrese?»

11 El rey David, por su parte, mandó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar a que preguntaran a los ancianos de Judá:

«Todo Israel está pidiendo que el rey David vuelva. ¿Qué esperan ustedes para hacerlo volver? ¿Por qué tienen que ser los últimos? 12 Ustedes son sus hermanos. ¡Por sus venas corre la misma sangre! ¿Por qué retrasan su decisión para hacer que el rey vuelva?»

13 También les ordenó que le dijeran a Amasa:

«Tú y yo somos de la misma sangre. Que el Señor me castigue, y más todavía, si a partir de este momento no te nombro general de mi ejército en lugar de Joab.»

14 Con esto, David se ganó la voluntad de todos los hombres de Judá, y como un solo hombre le mandaron un mensaje invitándolo a volver, junto con todos sus seguidores. 15 Así el rey regresó, y llegó hasta el Jordán. Entonces los de Judá fueron a Gilgal para recibirlo y ayudarlo a cruzar el río. 16 Con ellos fue Simey(A) hijo de Gera, de la familia de Benjamín que vivía en Bajurín, el cual se dio prisa para alcanzar a los hombres de Judá que iban a recibir al rey David. 17 Simey iba acompañado de mil benjaminitas, y también lo acompañaba Sibá, que con sus quince hijos y sus veinte sirvientes había estado al servicio de Saúl. Todos ellos precedieron al rey para cruzar el Jordán. 18 Ayudaron a la familia del rey a cruzar el vado, y se pusieron a su disposición. Una vez que el rey cruzó el Jordán, Simey fue y se arrodilló delante de él 19 y le dijo:

«Ruego a Su Majestad no tomar en cuenta el mal proceder de este siervo suyo, ni acordarse de mi maldad cuando Su Majestad salía de Jerusalén. Por favor, ¡no me guarde rencor! 20 Reconozco mi pecado, y por eso he sido el primero de toda la familia de José en salir a recibir a mi señor el rey.»

21 Abisay hijo de Seruyá objetó:

«¡Simey merece la muerte, pues maldijo al ungido del Señor!»

22 Pero David dijo:

«¿Qué mal les he hecho, hijos de Seruyá, para que hoy se pongan en contra mía? ¿Acaso alguien tiene qué morir hoy en Israel, y yo, que soy el rey, no lo sé?»

23 Y a Simey Le dijo:

«Te juro que no vas a morir.»

24 También salió a recibirlo Mefiboset(B) hijo de Saúl, quien desde el día en que el rey salió de Jerusalén y hasta que el rey regresó en paz no se había lavado los pies, ni se había cortado la barba, ni había lavado su ropa. 25 Y cuando Mefiboset fue a Jerusalén para recibir al rey, éste le preguntó:

«Mefiboset, ¿por qué no te fuiste conmigo?»

26 Y Mefiboset le respondió:

«Su Majestad, ¡mi criado me engañó! Como soy cojo, yo le había ordenado que me aparejara un asno, pues había decidido acompañarte. 27 Creo que mi sirviente te ha hablado mal de mí, pero acepto que hagas conmigo lo que bien te parezca, pues para mí tú eres un ángel de Dios. 28 Comprendo que, a los ojos de Su Majestad, todos los descendientes de mi padre merecían la muerte; sin embargo, tú me permitiste comer a tu mesa. ¿Con qué derecho puedo reclamarle algo a Su Majestad?»

29 Entonces el rey dijo:

«¿Para qué seguir hablando? Yo he decidido que tú y Sibá se dividan las tierras.»

30 Pero Mefiboset replicó:

«Por mí, él se puede quedar con todo. A mí me basta con que Su Majestad haya vuelto a su palacio en paz.»

31 También Barzilay(C) el galaadita fue desde Roguelín hasta el Jordán, y lo atravesó para encontrarse con el rey y acompañarlo al otro lado del río. 32 Barzilay era ya muy anciano, pues tenía ochenta años, y cuando el rey estuvo en Majanayin él le había dado provisiones, pues era muy rico. 33 Entonces el rey le dijo a Barzilay:

«Ven conmigo a Jerusalén, y yo te daré todo lo que te haga falta.»

34 Pero Barzilay le respondió:

«¿Cuántos años crees que podré vivir contigo en Jerusalén? 35 Ya tengo ochenta años de edad. ¿Crees que sabré distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Crees que podré apreciar la comida o la bebida? ¿Crees que podré escuchar mejor a tus cantores y cantoras? No quiero ser una carga para mi señor, el rey. 36 Sólo te acompañaré un poco más allá del Jordán. ¿Por qué tendrías que darme una mayor recompensa? 37 Te ruego que me permitas regresar a mi ciudad para morir allá, junto al sepulcro de mis padres. Pero aquí está tu siervo Quimán. Permítele acompañarte, y trátalo como mejor te parezca.»

38 El rey aceptó, y dijo:

«Que venga conmigo. Lo voy a tratar como si fueras tú mismo, y haré con él todo lo que me pidas que haga.»

39 Entonces todo el pueblo cruzó el Jordán, y en cuanto el rey lo cruzó, besó a Barzilay y lo bendijo, y éste regresó a su ciudad. 40 El rey se dirigió a Gilgal, acompañado de Quimán y de todos los de Judá, y de la mitad del pueblo de Israel.

41 Pero después los israelitas fueron a ver al rey, y le preguntaron:

«¿Por qué permitiste que nuestros hermanos de Judá te acompañaran para cruzar el Jordán contigo, junto con tu familia y con todo tu ejército?»

42 Y los jefes de Judá les respondieron:

«Lo hicimos porque el rey también es pariente nuestro. Pero, ¿por qué se enojan? ¿Acaso piensan que lo hicimos porque el rey nos dio de comer? ¿Creen que recibimos algún regalo por acompañarlo?»

43 Y los israelitas dijeron:

«Nosotros tenemos diez veces más derecho que ustedes para que David sea nuestro rey. ¿Por qué nos han menospreciado? Recuerden que nosotros fuimos los primeros en decidir que él regresara.»

Pero los argumentos de los hombres de Judá tuvieron más fuerza que los de los israelitas.

Joab reprende a David

19 Entonces dieron aviso a Joab: He aquí, el rey llora y se lamenta por Absalón(A). Y la victoria[a] aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir aquel día: El rey está entristecido por su hijo. Aquel día el pueblo entró calladamente en la ciudad, como pueblo que humillado, entra a escondidas cuando huye de la batalla. Y el rey con su rostro cubierto, clamaba[b](B) en alta voz: ¡Oh hijo mío Absalón, oh Absalón, hijo mío, hijo mío(C)! Joab entró en la casa del rey, y dijo: Hoy has cubierto de vergüenza el rostro de todos tus siervos que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos e hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas, al amar a aquellos que te odian y al odiar a aquellos que te aman. Pues hoy has demostrado que príncipes[c] y siervos no son nada para ti; porque ahora en este día sé que si Absalón estuviera vivo y todos nosotros hoy estuviéramos muertos, entonces tú estarías complacido[d]. Ahora pues, levántate, sal y habla bondadosamente a[e] tus siervos, porque juro por el Señor que si no sales, ciertamente ni un solo hombre(D) pasará la noche contigo, y esto te será peor que todo el mal que ha venido sobre ti desde tu juventud hasta ahora. Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Y cuando avisaron a todo el pueblo, diciendo: He aquí, el rey está sentado a la puerta(E), entonces todo el pueblo vino delante del rey.

David regresa a Jerusalén

Pero los de Israel habían huido, cada uno a su tienda(F). Y todo el pueblo reñía en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano[f] de nuestros enemigos y nos ha salvado de mano[g] de los filisteos(G), pero ahora ha huido de la tierra, de Absalón(H). 10 Sin embargo, Absalón, a quien ungimos sobre nosotros, ha muerto en combate. Ahora pues, ¿por qué guardáis silencio respecto a restaurar al rey?

11 Entonces el rey David envió mensaje a los sacerdotes Sadoc y Abiatar(I), diciendo: Hablad a los ancianos de Judá, y decidles[h]: «¿Por qué sois los últimos en hacer volver al rey a su casa, ya que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa? 12 Sois mis hermanos; mi hueso y mi carne sois(J). ¿Por qué, pues, sois los últimos en hacer volver al rey?». 13 Y decid a Amasa(K): «¿No eres hueso mío y carne mía(L)? Así haga Dios conmigo y aun más si no has de ser comandante del ejército(M) delante de mí para siempre en lugar de Joab(N)». 14 Así inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como el de un solo hombre(O), y enviaron palabra al rey, diciendo: Regresa, tú y todos tus siervos. 15 Volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para ir al encuentro del rey(P), para conducir al rey al otro lado del Jordán.

16 Entonces Simei, hijo de Gera, el benjamita que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá al encuentro del rey David(Q). 17 Con él había mil hombres de Benjamín, y Siba, siervo(R) de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos; y se apresuraron a pasar el Jordán delante del rey. 18 Y seguían cruzando el vado para pasar a toda la casa del rey, y hacer lo que le pareciera bien[i]. Y Simei, hijo de Gera, se postró ante el rey cuando este iba a pasar el Jordán. 19 Y dijo al rey: No me considere culpable(S) mi señor, ni te acuerdes del mal que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén; que el rey no lo guarde en su corazón. 20 Pues yo tu siervo reconozco que he pecado; por tanto, he aquí que hoy he venido, el primero de toda la casa de José, para descender al encuentro de mi señor el rey(T). 21 Pero Abisai, hijo de Sarvia, respondió, y dijo: ¿No ha de morir Simei por esto(U), porque maldijo al ungido del Señor(V)? 22 Entonces David dijo: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia(W), para que en este día me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy hombre alguno en Israel(X)? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel? 23 Y el rey dijo a Simei: No morirás. Así el rey se lo juró(Y).

24 También Mefiboset, hijo[j] de Saúl, descendió al encuentro del rey(Z); y no se había aseado[k] los pies, ni recortado[l] el bigote, ni lavado la ropa(AA), desde el día en que el rey se marchó hasta el día en que volvió en paz. 25 Y sucedió que cuando vino de Jerusalén al encuentro del rey, este[m] le dijo: ¿Por qué no fuiste(AB) conmigo, Mefiboset? 26 Y él respondió: Oh rey, señor mío, mi siervo me engañó; pues tu siervo se dijo: «Me aparejaré un asno para montar en él e ir con el rey», porque tu siervo es cojo(AC). 27 Además, ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey(AD); pero mi señor el rey es como el ángel de Dios; haz, pues, lo que te parezca bien[n](AE). 28 Porque toda la casa de mi padre no era más que hombres muertos ante mi señor el rey(AF); con todo, pusiste a tu siervo entre los que comían a tu propia mesa(AG). ¿Qué derecho tengo todavía para quejarme[o] más al rey? 29 Y el rey le dijo: ¿Por qué sigues hablando de tus asuntos? Yo he decidido[p]: «Tú y Siba os repartiréis las tierras». 30 Y Mefiboset dijo al rey: Que él las tome todas, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su propia casa.

31 Barzilai galaadita también había descendido de Rogelim(AH), y había cruzado el Jordán con el rey para despedirlo en el Jordán. 32 Barzilai era muy anciano, de ochenta años, y había dado provisiones al rey mientras este permanecía en Mahanaim(AI), porque era hombre muy poderoso[q]. 33 Y el rey dijo a Barzilai: Pasa conmigo y yo te sustentaré[r] junto a mí en Jerusalén. 34 Pero Barzilai respondió al rey: ¿Cuánto tiempo me queda de vida[s](AJ) para que yo suba con el rey a Jerusalén? 35 Tengo ahora[t] ochenta años(AK). ¿Puedo distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede tu siervo saborear lo que come o bebe? ¿Puede oír aún la voz de los cantores o de las cantoras(AL)? ¿Por qué, pues, ha de ser tu siervo otra carga más para mi señor el rey(AM)? 36 Tu siervo no haría más que pasar el Jordán con el rey. ¿Por qué ha de concederme el rey esta recompensa? 37 Permite que tu siervo vuelva, para morir en mi ciudad junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Sin embargo, aquí tienes a tu siervo Quimam(AN); que pase él con mi señor el rey, y haz por él lo que te parezca bien. 38 Y el rey respondió: Quimam pasará conmigo, y haré por él lo que te parezca bien; y todo lo que me pidas[u], lo haré por ti. 39 Todo el pueblo pasó el Jordán y el rey también pasó. Entonces el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y este regresó a su lugar(AO).

40 El rey siguió hasta Gilgal y Quimam fue con él; y todo el pueblo de Judá y también la mitad del pueblo de Israel acompañaban al[v] rey(AP). 41 Y he aquí, todos los hombres de Israel vinieron al rey y le dijeron[w](AQ): ¿Por qué te han secuestrado nuestros hermanos(AR), los hombres de Judá, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su casa, y a todos los hombres de David con él? 42 Entonces todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: Porque el rey es pariente cercano nuestro[x](AS). ¿Por qué, pues, estáis enojados por esto?[y] ¿Acaso hemos comido algo a costa del rey, o se nos ha dado algo[z]? 43 Pero los hombres de Israel respondieron[aa] a los hombres de Judá, y dijeron: Nosotros tenemos diez partes(AT) en el rey, y por eso también tenemos más derecho que vosotros sobre David. ¿Por qué, pues, nos habéis menospreciado? ¿No fue nuestro consejo[ab] el primero que se dio para hacer volver a nuestro rey? Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más duras que las palabras de los hombres de Israel.

Footnotes

  1. 2 Samuel 19:2 Lit., salvación
  2. 2 Samuel 19:4 Lit., y el rey clamó
  3. 2 Samuel 19:6 O, jefes
  4. 2 Samuel 19:6 Lit., porque entonces estaría bien ante tus ojos
  5. 2 Samuel 19:7 Lit., al corazón de
  6. 2 Samuel 19:9 Lit., la palma
  7. 2 Samuel 19:9 Lit., la palma
  8. 2 Samuel 19:11 Lit., diciendo
  9. 2 Samuel 19:18 Lit., lo bueno ante sus ojos
  10. 2 Samuel 19:24 I.e., nieto
  11. 2 Samuel 19:24 Lit., hecho
  12. 2 Samuel 19:24 Lit., hecho
  13. 2 Samuel 19:25 Lit., y el rey
  14. 2 Samuel 19:27 Lit., lo bueno ante tus ojos, y así en los vers. 37 y 38
  15. 2 Samuel 19:28 Lit., clamar
  16. 2 Samuel 19:29 Lit., dicho
  17. 2 Samuel 19:32 O, grande, o, rico
  18. 2 Samuel 19:33 O, proveeré alimentos para ti
  19. 2 Samuel 19:34 Lit., ¿Cuántos son los días de los años de mi vida
  20. 2 Samuel 19:35 Lit., hoy
  21. 2 Samuel 19:38 Lit., lo que escojas de mí
  22. 2 Samuel 19:40 Lit., pasaban con el
  23. 2 Samuel 19:41 Lit., y dijeron al rey
  24. 2 Samuel 19:42 Lit., mío
  25. 2 Samuel 19:42 Lit., esto es algo que te quema?
  26. 2 Samuel 19:42 O, se ha tomado regalo para nosotros
  27. 2 Samuel 19:43 Lit., respondió; en el resto del vers.; los verbos y formas pronominales son también singular en heb.
  28. 2 Samuel 19:43 Lit., palabra