Add parallel Print Page Options

Pero Dios, que conforta a los humildes, me reanimó también a mí con la presencia de Tito. Y no fue sólo su presencia, fue sobre todo el conocer cómo le habíais animado y reconfortado. Él me habló de vuestra añoranza por verme, de vuestro arrepentimiento, de vuestra preocupación por mí. Esto me hizo todavía más feliz.

No me pesa haberos causado tristeza con mi carta. Hubo, sí, un momento en que lo sentí, al darme cuenta de que aquella carta os entristeció, aunque sólo fuera por breve tiempo.

Read full chapter