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Era tal su pasión por Tamar que se enfermó de angustia; pero, como ella era virgen, veía muy difícil llegar a poseerla. Sin embargo, Amnón tenía un amigo muy astuto llamado Jonadab, el cual era sobrino de David, pues era hijo de Simea, hermano de David. Un día, Jonadab le preguntó a Amnón:

«Oye, cada día te veo más delgado. ¡Y tú eres el hijo del rey! ¿No me vas a decir qué te pasa?»

Entonces Amnón le dijo:

«Es que estoy enamorado de Tamar, la hermana de mi hermano Absalón.»

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