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No tardé en comprender que estaba ebria con la sangre de los santos mártires de Jesús. La miré horrorizado.

«¿Por qué te horrorizas? —me preguntó el ángel—. Te voy a decir quién es ella y quién es esa bestia sobre la que está sentada. Esa bestia antes vivía, pero ahora no. Sin embargo, pronto surgirá del abismo y marchará hacia su destrucción. Los moradores de la tierra que no tienen su nombre escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo, se pasmarán de asombro al verla aparecer después de muerta.

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