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Pero a la hora de la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación[a] con mi vestido y mi manto rasgados, y caí de rodillas y extendí mis manos al Señor mi Dios(A); y dije: «Dios mío, estoy avergonzado y confuso para poder levantar mi rostro a Ti, mi Dios, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestras cabezas, y nuestra culpa ha crecido hasta los cielos(B). Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy hemos estado bajo gran culpa(C), y a causa de nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en mano de los reyes de estas tierras, a la espada, al cautiverio, al saqueo y a la vergüenza pública, como en este día(D).

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Footnotes

  1. Esdras 9:5 O ayuno.