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«Asiria caerá a espada, pero no de hombre;
    una espada, pero no de hombre, la consumirá.
Huirá para escapar de la espada,
    y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados.
A causa del terror caerá su fortaleza;
    ¡sus jefes dejarán abandonada su bandera!»
Lo afirma el Señor,
    cuyo fuego está en Sión,
    y cuyo horno está en Jerusalén.

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