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»¿Con quién vas a compararme,
    o a quién me vas a igualar?
¿A quién vas a asemejarme,
    para que seamos parecidos?
Algunos derrochan oro de sus bolsas
    y pesan plata en la balanza;
contratan a un joyero para que les haga un dios,
    y ante ese dios se inclinan para adorarlo.
Lo levantan en hombros y lo cargan;
    lo ponen en su lugar, y allí se queda.
    No se puede mover de su sitio.
Por más que clamen a él, no habrá de responderles,
    ni podrá salvarlos de sus aflicciones.

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