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Tras la puerta, en la jamba,
colgabas tu amuleto;
olvidada de mí, te desnudabas,
subías a tu lecho haciendo sitio.
Hiciste tratos con ellos,
te gustaba tenerlos en el lecho
y contemplar así su desnudez.
Prodigabas ungüento a Moloc,
multiplicabas tus perfumes,
enviabas lejos a tus mensajeros,
los hacías bajar al reino de los muertos.
10 De tanto andar te cansabas,
pero no decías: “Es inútil”;
reponías fuerzas
y continuabas sin cansarte.

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