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que decía: “No te acerques,
no me toques, que estoy consagrado”.
Todo esto enciende mi cólera,
como un fuego que arde sin parar.
Lo tengo todo escrito, a la vista,
y no pararé hasta haceros pagar
vuestras culpas y las de vuestros padres
— dice el Señor —.
Quemaban incienso en los cabezos,
en las colinas me ofendían.
Por eso tengo calculada su paga
y tendrán que cargar con ella.

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