10 «Yo, el Señor, sondeo el corazón
    y examino los pensamientos,
para darle a cada uno según sus acciones
    y según el fruto de sus obras».

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10 «Lo conozco yo, el Señor, que escudriño la mente y pongo a prueba el corazón;(A) que pago a cada uno según su conducta(B) y según el resultado de sus obras.»

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10 Yo, el Señor, escudriño el corazón,
pruebo los pensamientos[a],
para dar a cada uno según sus caminos,
según el fruto de sus obras(A).

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Footnotes

  1. Jeremías 17:10 Lit., riñones

10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón,(A) para dar a cada uno según su camino,(B) según el fruto de sus obras.

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10 Yo, el Señor, que investigo el corazón
y conozco a fondo los sentimientos;
que doy a cada cual lo que se merece,
de acuerdo con sus acciones.»

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23 A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que escudriña la mente y el corazón y a cada uno de ustedes lo trataré de acuerdo con sus obras.

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23 Y heriré de muerte a sus hijos, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón;(A) y a cada uno de ustedes le daré según lo que haya hecho.(B)

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23 Y a sus hijos mataré con pestilencia[a], y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes[b](A) y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras(B).

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Footnotes

  1. Apocalipsis 2:23 Lit., muerte
  2. Apocalipsis 2:23 Lit., los riñones; i.e., el hombre interior

23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón;(A) y os daré a cada uno según vuestras obras.(B)

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22-23 Por eso, voy a hacerla caer en cama, y mataré a sus hijos; y a los que cometen adulterio con ella, si no dejan de portarse como ella lo hace, les enviaré grandes sufrimientos. Así todas las iglesias se darán cuenta de que yo conozco hasta el fondo la mente y el corazón; y a cada uno de ustedes le daré según lo que haya hecho.

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12 Sin duda, la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos,[a] y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.

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Footnotes

  1. 4:12 Penetra … huesos. Lit. Penetra hasta la división de alma y espíritu, y de articulaciones y médulas.

12 La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

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Poder de la palabra de Dios

12 Porque la palabra de Dios(A) es viva(B) y eficaz(C), y más cortante que cualquier espada de dos filos(D); penetra hasta la división del alma y del espíritu(E), de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir[a] los pensamientos y las intenciones del corazón(F).

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Footnotes

  1. Hebreos 4:12 O, juzgar

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

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12 Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón.

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25 Ahora bien, en Jerusalén había un hombre llamado Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con esperanza la consolación[a] de Israel. El Espíritu Santo estaba con él

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Footnotes

  1. 2:25 consolación. Alt. redención.

25 En Jerusalén vivía un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, que esperaba la salvación de Israel. El Espíritu Santo reposaba en él

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25 Y[a] había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón; y este hombre, justo(A) y piadoso, esperaba la consolación de Israel(B); y el Espíritu Santo estaba sobre él.

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Footnotes

  1. Lucas 2:25 Lit., Y he aquí

25 Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él.

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25 En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso, que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón,

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