Add parallel Print Page Options

30 Yo no he entregado mi boca al pecado
pidiendo su vida con imprecación.
31 ¿Acaso los hombres de mi morada
no decían:
“No se podrá hallar a alguien que no se haya saciado con su carne”?
32 El forastero no pasaba la noche
en la calle
pues yo abría mis puertas al caminante.

Read full chapter