Abimélec

Abimélec, hijo de Yerubaal, fue a Siquén a ver a los hermanos de su madre. Entonces dijo a ellos y a todo el clan de su madre: «Pregúntenles a todos los habitantes de Siquén: “¿Qué les conviene más: que todos los setenta hijos de Yerubaal los gobiernen o que los gobierne un solo hombre?”. Acuérdense de que yo soy de la misma carne y sangre que ustedes».

Cuando los hermanos de su madre comunicaron todo esto a los habitantes de Siquén, estos se inclinaron a favor de Abimélec, porque dijeron: «Él es nuestro hermano». Y le dieron setenta siclos[a] de plata del templo de Baal Berit, con lo cual Abimélec contrató a unos maleantes sin escrúpulos para que lo siguieran. Fue a Ofra, a la casa de su padre, y sobre una misma piedra asesinó a sus setenta hermanos, hijos de Yerubaal. Pero Jotán, el hijo menor de Yerubaal, se escondió y logró escaparse. Todos los habitantes de Siquén y Bet Miló se reunieron junto al gran árbol y la piedra sagrada que están en Siquén, para coronar como rey a Abimélec.

Cuando Jotán se enteró, subió a la cima del monte Guerizín y les gritó bien fuerte: «¡Escúchenme, habitantes de Siquén, para que Dios los escuche a ustedes! Un día los árboles salieron a ungir un rey para sí mismos. Y dijeron al olivo: “Reina sobre nosotros”.

»Pero el olivo respondió: “¿He de renunciar a dar mi aceite, con el cual se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?”.

10 »Después los árboles dijeron a la higuera: “Reina sobre nosotros”.

11 »Pero la higuera respondió: “¿He de renunciar a mi fruto, tan bueno y dulce, para ir a mecerme sobre los árboles?”.

12 »Luego los árboles dijeron a la vid: “Reina sobre nosotros”.

13 »Pero la vid les respondió: “¿He de renunciar a mi vino, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?”.

14 »Por último, todos los árboles dijeron al espino: “Reina sobre nosotros”.

15 »Pero el espino respondió a los árboles: “Si de veras quieren ungirme como su rey, vengan y refúgiense bajo mi sombra; pero, si no, ¡que salga fuego del espino, y consuma los cedros del Líbano!”.

16 »Ahora bien, ¿han actuado ustedes con honradez y sinceridad al coronar rey a Abimélec? ¿Han sido justos con Yerubaal y su familia, y lo han tratado como se merecía? 17 Mi padre luchó por ustedes y arriesgando su vida los libró del poder de los madianitas. 18 Pero hoy ustedes se han rebelado contra la familia de mi padre; han matado a sus setenta hijos sobre una misma piedra, y han hecho de Abimélec, hijo de su esclava, el rey de los habitantes de Siquén solo porque él es pariente de ustedes. 19 Si hoy han actuado con honradez y sinceridad hacia Yerubaal y su familia, ¡que sean felices con Abimélec y que también él lo sea con ustedes! 20 Y si no, habitantes de Siquén y Bet Miló, ¡que salga fuego de Abimélec y los consuma a ustedes y que salga fuego de ustedes y consuma a Abimélec!».

21 Luego Jotán escapó, huyendo hasta Ber. Allí se quedó a vivir porque le tenía miedo a su hermano Abimélec.

22 Abimélec había ya gobernado a Israel tres años 23 cuando Dios interpuso un espíritu maligno entre Abimélec y los habitantes de Siquén, quienes lo traicionaron. 24 Esto sucedió a fin de que la violencia contra los setenta hijos de Yerubaal y el derramamiento de su sangre recayera sobre su hermano Abimélec, que los había matado, y sobre los habitantes de Siquén, que habían sido sus cómplices en ese crimen. 25 Los habitantes de Siquén tendían emboscadas en las cumbres de las colinas y asaltaban a todos los que pasaban por allí. Pero Abimélec se enteró de todo esto.

26 Aconteció que Gaal, hijo de Ébed, llegó a Siquén, junto con sus hermanos, y los habitantes de aquella ciudad confiaron en él. 27 Después de haber salido a los campos y recogido y pisado las uvas, celebraron un festival en el templo de su dios. Mientras comían y bebían, maldijeron a Abimélec. 28 Gaal, hijo de Ébed, dijo: «¿Quién es Abimélec y por qué nosotros los siquenitas debemos someternos a él? ¿No es acaso el hijo de Yerubaal y no es Zebul su delegado? ¡Que sirvan a los hombres de Jamor, el padre de Siquén! ¿Por qué habremos de servir a Abimélec? 29 ¡Si este pueblo estuviera bajo mis órdenes, yo echaría a Abimélec! Le diría:[b] “¡Reúne a todo tu ejército y sal a pelear!”».

30 Zebul, el gobernador de la ciudad, se enfureció cuando oyó lo que decía Gaal, hijo de Ébed. 31 Entonces envió en secreto mensajeros a Abimélec, diciéndole: «Gaal, hijo de Ébed, y sus hermanos han llegado a Siquén y están instigando a la ciudad contra ti. 32 Ahora bien, levántense tú y tus hombres durante la noche y pónganse al acecho en los campos. 33 Por la mañana, a la salida del sol, lánzate contra la ciudad. Cuando Gaal y sus hombres salgan contra ti, haz lo que más te convenga».

34 Así que Abimélec y todo su ejército se levantaron de noche y se pusieron al acecho cerca de Siquén, divididos en cuatro compañías. 35 Gaal, hijo de Ébed, había salido y estaba de pie a la entrada de la puerta de la ciudad, precisamente cuando Abimélec y sus soldados salían de donde estaban al acecho. 36 Cuando Gaal los vio, dijo a Zebul:

—¡Mira, viene bajando gente desde las cumbres de las colinas!

—Confundes con gente las sombras de las colinas —respondió Zebul.

37 Pero Gaal insistió, diciendo:

—Mira, viene bajando gente por la colina central, y otra compañía viene por el camino de la Encina de los Adivinos.

38 Entonces Zebul dijo:

—Tú decías: “¿Quién es Abimélec para que nos sometamos a él?”. Pues bien, ¿dónde están ahora tus fanfarronerías? ¿No son esos los hombres que tú despreciabas? ¡Sal y lucha contra ellos!

39 Gaal salió al frente de los habitantes de Siquén y peleó contra Abimélec; 40 pero este los persiguió y, en la huida, muchos cayeron muertos por todo el camino, hasta la entrada de la puerta. 41 Abimélec se quedó en Arumá, y Zebul expulsó de Siquén a Gaal y a sus hermanos.

42 Al día siguiente, el pueblo de Siquén salió a los campos y fueron a contárselo a Abimélec. 43 Entonces Abimélec tomó a sus hombres, los dividió en tres compañías y se puso al acecho en los campos. Cuando vio que el ejército salía de la ciudad, se levantó para atacarlo. 44 Abimélec y las compañías que estaban con él se apresuraron a ocupar posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad. Luego dos de las compañías arremetieron contra los que estaban en los campos y los derrotaron. 45 Abimélec combatió contra la ciudad durante todo aquel día, hasta que la conquistó matando a sus habitantes; arrasó la ciudad y esparció sal sobre ella.

46 Al saber esto, los señores que ocupaban la torre de Siquén entraron en la fortaleza del templo de El Berit. 47 Cuando Abimélec se enteró de que ellos se habían reunido allí, 48 él y todos sus hombres subieron al monte Zalmón. Tomó un hacha, cortó algunas ramas y se las puso sobre los hombros. A los hombres que estaban con él les ordenó: «¡Rápido! ¡Hagan lo mismo que me han visto hacer!». 49 Todos los hombres cortaron ramas y siguieron a Abimélec hasta la fortaleza, donde amontonaron las ramas y les prendieron fuego. Así murió toda la gente que estaba dentro de la torre de Siquén, que eran como mil hombres y mujeres.

50 Después Abimélec fue a Tebes, la sitió y la capturó. 51 Dentro de la ciudad había una torre fuerte, a la cual huyeron todos sus habitantes, hombres y mujeres. Se encerraron en la torre y subieron al techo. 52 Abimélec se dirigió a la torre y la atacó. Pero cuando se acercaba a la entrada para prenderle fuego, 53 una mujer arrojó sobre la cabeza de él una piedra de moler y le partió el cráneo.

54 De inmediato llamó Abimélec a su escudero y ordenó: «Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “¡Lo mató una mujer!”». Entonces su escudero clavó la espada y así murió. 55 Cuando los israelitas vieron que Abimélec estaba muerto, regresaron a sus casas.

56 Fue así como Dios castigó a Abimélec por el crimen que había cometido contra su padre al matar a sus setenta hermanos. 57 Además, Dios hizo que los hombres de Siquén pagaran por toda su maldad. Así cayó sobre ellos la maldición de Jotán, hijo de Yerubaal.

Footnotes

  1. 9:4 Es decir, aprox. 805 g.
  2. 9:29 Le diría (LXX); Entonces él dijo a Abimélec (TM).

Reinado de Abimelec

Abimelec hijo de Yerubaal fue a Siquén, donde vivían los hermanos de su madre, y les dijo:

«Yo les ruego que pregunten a los habitantes de Siquén si les parece mejor ser gobernados por los setenta hijos de Yerubaal, que ser gobernados por un solo hombre. No se olviden que yo soy de su misma sangre.»

Sus tíos maternos preguntaron entonces a los habitantes de Siquén lo que Abimelec les había sugerido, y a ellos les pareció bien la idea de Abimelec, pues dijeron: «Es pariente nuestro.» También le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal Berit, y con ese dinero Abimelec contrató unos mercenarios y vagabundos, para que anduvieran con él. Luego se dirigió a Ofrá, a la casa de su padre, y sobre una misma piedra mató a sus setenta hermanos, hijos de Yerubaal.

Pero Yotán, el hermano menor, se escondió y logró escapar. Después de esto, los habitantes de Siquén y de Milo se reunieron cerca de la llanura del pilar de Siquén, y eligieron a Abimelec como su rey, y cuando Yotán lo supo, subió a la cumbre del monte Guerizín, y a grito abierto les dijo:

«Varones de Siquén, escuchen lo que voy a decirles, y pongo a Dios como testigo. Cierta vez, los árboles quisieron elegir un rey que los gobernara, y le dijeron al olivo: “Queremos que seas nuestro rey.” Pero el olivo respondió: “¿Quieren que deje de producir mi aceite, con el que se honra a Dios y a los hombres, para hacerme grande entre los árboles?” 10 Entonces los árboles fueron a hablar con la higuera, y le dijeron: “Ven y reina sobre nosotros.” 11 Pero la higuera les respondió: “¿Y debo abandonar la dulzura de mis frutos, para ir y hacerme grande entre los árboles?” 12 Los árboles siguieron insistiendo, y llamaron a la vid y le dijeron: “Ven tú, entonces, y reina sobre nosotros.” 13 Pero la vid les respondió: “¿Y voy a dejar de producir mi vino, que es la alegría de Dios y de los hombres, sólo para hacerme grande entre los árboles?” 14 Al final, todos los árboles le dijeron a la zarza: “Anímate, y ven a reinar sobre nosotros.” 15 Pero la zarza respondió: “Si en verdad quieren que yo reine sobre ustedes, vengan y busquen refugio bajo mi sombra. Pero si no me obedecen, saldrá fuego de mí y quemará los cedros del Líbano.”

16 »Ahora bien, ¿creen ustedes haber hecho bien al nombrar a Abimelec como rey? ¿Han sido honestos y agradecidos con la familia de Yerubaal, que tanto hizo por ustedes? 17 Mi padre luchó a favor de ustedes, y se jugó la vida para librarlos de los madianitas; 18 ustedes, en cambio, se han puesto en contra de su casa, y han matado a sus setenta hijos varones contra una piedra, sólo para nombrar rey a Abimelec, ese hijo de la criada de mi padre, al que han puesto sobre los habitantes de Siquén, y sólo porque es su pariente. 19 Si creen que hoy han actuado correctamente con Yerubaal y su casa, alégrense con Abimelec, y que él se alegre de ser su rey. 20 Pero si no, que la ira de Abimelec consuma a los de Siquén y a los de Milo; y que la ira de los de Siquén y los de Milo consuma a Abimelec.»

21 Dicho esto, Yotán huyó y se fue a Ber, y allí se quedó a vivir por miedo a su hermano Abimelec.

22 Abimelec se impuso sobre Israel durante tres años, 23 pero Dios hizo que brotara un sentimiento de inconformidad entre Abimelec y los hombres de Siquén, y éstos se pusieron en su contra. 24 Así, Abimelec cargó con la culpa de haber matado a los setenta hijos de Yerubaal, junto con los de Siquén, que lo ayudaron a matarlos. 25 Los habitantes de Siquén tenían hombres en las cumbres de los montes, los cuales asaltaban a todos los que pasaban por el camino. Esto Abimelec llegó a saberlo.

26 Gaal hijo de Ebed fue con sus hermanos a vivir a Siquén, y se ganó la confianza de los jefes de Siquén. 27 Salieron al campo, vendimiaron sus viñedos, pisaron la uva e hicieron fiesta; luego entraron en el templo de sus dioses, y allí comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec. 28 Entonces Gaal hijo de Ebed dijo:

«¿Y quién es Abimelec, y qué tan importante es Siquén, para que seamos sus sirvientes? ¿Acaso no es hijo de Yerubaal? ¿Y acaso no es Zebul su ayudante? Sirvan, si quieren, a los varones de Jamor, el padre de Siquén; pero ¿por qué vamos a servir a Abimelec? 29 ¡Cómo quisiera que este pueblo estuviera bajo mi mando! Si así fuera, yo me lanzaría contra Abimelec y le diría: “¡Reúne a tus ejércitos, y vete de aquí!”»

30 Cuando Zebul, que era el gobernador de la ciudad, oyó lo que dijo Gaal hijo de Ebed, se llenó de ira, 31 y en secreto envió mensajeros a Abimelec, para decirle:

«Gaal hijo de Ebed y sus hermanos están en Siquén. Han venido a sublevar a la ciudad contra ti. 32 Aprovecha la noche y, con los hombres que te siguen, prepara emboscadas en el campo. 33 Muy de mañana, al salir el sol, ataca la ciudad; y cuando Gaal y los suyos salgan a pelear contra ti, haz con él lo que creas más conveniente.»

34 Abimelec se preparó durante la noche y, con el pueblo que lo seguía, emboscó a Siquén con cuatro compañías. 35 Cuando Gaal hijo de Ebed salió y se puso a la entrada de la ciudad, Abimelec y su gente salieron de su escondite. 36 Al ver Gaal tanta gente, le dijo a Zebul:

«¡Mira cuánta gente baja de los montes!»

Y Zebul le respondió:

«Tu imaginación te hace ver hombres, pero sólo son las sombras de los montes.»

37 Gaal le volvió a decir:

«Mira toda esa gente que sale como de en medio de la tierra, ¡y por el camino de la encina de los adivinos viene otra tropa!»

38 Pero Zebul le respondió:

«¿Y dónde quedó lo que nos decías, de que Abimelec no era nadie para que fuéramos sus sirvientes? ¿No es ése el pueblo que tanto despreciabas? ¡Sal, pues, y pelea contra él!»

39 Entonces Gaal salió al frente de los hombres de Siquén, y se enfrentó a Abimelec. 40 Pero Abimelec lo persiguió y lo hizo huir, y muchos hombres cayeron heridos de muerte a la entrada de la ciudad. 41 Y Abimelec se quedó en Aruma, mientras Zebul arrojaba de Siquén a Gaal y a sus hermanos.

42 Al día siguiente, Abimelec supo que el pueblo había salido al campo. 43 Entonces tomó a su gente, la repartió en tres compañías, y puso emboscadas en el campo; y cuando vio que el pueblo salía de la ciudad, lo atacó con violencia. 44 Lucharon con mucho valor, pero se detuvieron a la entrada de la ciudad, mientras las otras dos compañías arremetían contra los que estaban en el campo, hasta matarlos. 45 Todo ese día Abimelec luchó contra los habitantes de la ciudad, hasta que la tomó y mató a los que aún quedaban; después de eso, asoló la ciudad y la sembró con sal.

46 Cuando los que estaban en la torre de Siquén oyeron esto, corrieron a esconderse en la fortaleza del templo del dios Berit. 47 Pero Abimelec sabía dónde estaban, 48 así que con toda su gente se dirigió al monte Salmón y, con un hacha, cortó la rama de un árbol, la levantó y la puso sobre sus hombros, y le pidió a su gente que hiciera lo mismo. 49 Entonces todos cortaron ramas y siguieron a Abimelec, y las pusieron junto a la fortaleza, luego les prendieron fuego, y la fortaleza ardió, y los que estaban en la torre de Siquén, que eran como mil hombres y mujeres, murieron quemados.

50 Después de eso, Abimelec se fue a la ciudad de Tebés, y la sitió y la tomó. 51 En el centro de la ciudad había una torre fortificada, en la que se escondieron los hombres, las mujeres y todos los jefes de la ciudad. Se subieron al techo de la torre, y cerraron las puertas. 52 Abimelec fue y atacó la torre, y al llegar a la puerta quiso prenderle fuego, 53 pero una mujer dejó caer sobre la cabeza de Abimelec parte de una rueda de molino, y lo descalabró. 54 Cuando Abimelec se sintió perdido, llamó a su escudero y le dijo:

«¡Mátame con tu espada! ¡Que no se diga que una mujer me mató!»

Y su escudero le clavó la espada, y murió.

55 Cuando los israelitas vieron que Abimelec estaba muerto, cada uno regresó a su casa. 56 Así castigó Dios a Abimelec por el mal que le hizo a la casa de su padre, al matar a sus setenta hermanos. 57 Y Dios castigó también a los habitantes de Siquén por la maldad que cometieron. Así se cumplió la maldición que les lanzó Yotán hijo de Yerubaal.

Conspiración de Abimelec

Y Abimelec, hijo de Jerobaal(A), fue a Siquem, a los parientes[a] de su madre, y les habló a ellos y a toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo: Hablad ahora a oídos de todos los habitantes[b] de Siquem: «¿Qué es mejor para vosotros, que todos los hijos de Jerobaal, setenta hombres(B), reinen sobre vosotros, o que reine sobre vosotros un solo hombre?». Además, acordaos que yo soy hueso vuestro y carne vuestra(C). Y los parientes de su madre hablaron todas estas palabras por él a oídos de todos los habitantes de Siquem; y ellos se inclinaron a seguir a[c] Abimelec, porque dijeron: Es pariente nuestro(D). Y le dieron setenta piezas de plata de la casa de Baal-berit(E), con las cuales Abimelec tomó a sueldo hombres indignos y temerarios que lo siguieron. Luego fue a la casa de su padre en Ofra y mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal, setenta hombres(F), sobre una piedra. Pero Jotam, el hijo menor de Jerobaal, se libró[d] porque se escondió(G). Y se reunieron todos los habitantes de Siquem y todo Bet-milo[e], y fueron e hicieron rey a Abimelec, junto a la encina[f] del pilar que había en Siquem.

Cuando se lo informaron a Jotam, fue y se paró en la cumbre del monte Gerizim(H), y alzando su voz, clamó y les dijo: Escuchadme, habitantes de Siquem, para que os oiga Dios. Una vez los árboles fueron a ungir un rey sobre ellos, y dijeron al olivo: «Reina sobre nosotros». Mas el olivo les respondió: «¿He de dejar mi aceite[g] con el cual[h] se honra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?». 10 Entonces los árboles dijeron a la higuera: «Ven, reina sobre nosotros». 11 Pero la higuera les respondió: «¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ondear sobre los árboles?». 12 Después los árboles dijeron a la vid: «Ven tú, reina sobre nosotros». 13 Pero la vid les respondió: «¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ondear sobre los árboles?». 14 Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: «Ven tú, reina sobre nosotros». 15 Y la zarza dijo a los árboles: «Si en verdad[i] me ungís por rey sobre vosotros, venid y refugiaos a mi sombra; y si no, salga fuego de la zarza y consuma los cedros del Líbano».

16 Ahora pues, si habéis procedido con verdad[j] e integridad al hacer rey a Abimelec, y si habéis procedido bien con Jerobaal(I) y su casa, y si habéis procedido con él como él merecía[k] 17 (pues mi padre peleó por vosotros, y arriesgó su vida[l] y os libró de la mano de Madián, 18 pero vosotros os habéis rebelado hoy contra la casa de mi padre y habéis matado a sus hijos, setenta hombres(J), sobre una piedra, y habéis hecho rey sobre los habitantes de Siquem a Abimelec, el hijo de su sierva(K), porque es vuestro pariente); 19 si habéis, pues, procedido hoy en verdad[m] e integridad para con Jerobaal y su casa, regocijaos en Abimelec, y que él también se regocije en vosotros. 20 Y si no, salga fuego de Abimelec y consuma a los habitantes de Siquem y de Bet-milo[n]; y salga fuego de los habitantes de Siquem y de Bet-milo[o] y consuma a Abimelec. 21 Entonces Jotam escapó y huyó, y se fue a Beer y permaneció allí a causa de su hermano Abimelec.

Reinado de Abimelec

22 Y reinó Abimelec tres años sobre Israel. 23 Pero Dios envió un espíritu de discordia(L) entre Abimelec y los habitantes de Siquem; y los habitantes de Siquem procedieron pérfidamente con Abimelec(M), 24 para que viniera la violencia hecha a los[p] setenta hijos de Jerobaal(N), y recayera la sangre de ellos sobre su hermano Abimelec que los mató, y sobre los habitantes de Siquem que fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos(O). 25 Y los habitantes de Siquem pusieron emboscadas[q] contra él en las cumbres de los montes y robaban a todos los que pasaban cerca de ellos por el camino; y se lo hicieron saber a Abimelec.

26 Y Gaal, hijo de Ebed, vino con sus parientes, y pasaron a Siquem; y los habitantes de Siquem pusieron su confianza en él. 27 Y salieron al campo y vendimiaron sus viñedos, pisaron las uvas e hicieron fiesta; y entrando a la casa de su dios(P), comieron y bebieron y maldijeron a Abimelec. 28 Entonces Gaal, hijo de Ebed, dijo: ¿Quién es Abimelec y quién es Siquem para que le sirvamos? ¿No es acaso hijo de Jerobaal, y no es Zebul su oficial[r]? Servid a los hombres de Hamor, padre de Siquem(Q); pero ¿por qué hemos de servirle a él? 29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos(R)! Entonces yo quitaría a Abimelec. Diría a Abimelec: Aumenta tu ejército, y sal.

30 Y cuando Zebul, gobernante de la ciudad, oyó las palabras de Gaal, hijo de Ebed, se encendió en ira. 31 Y envió encubiertamente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal, hijo de Ebed, y sus parientes han venido a Siquem, y he aquí que están incitando[s] a la ciudad contra ti. 32 Ahora pues, levántate de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscada en el campo. 33 Y sucederá en la mañana, en cuanto salga el sol, que te levantarás temprano y arremeterás contra la ciudad; y he aquí, que cuando él y el pueblo que está con él salga contra ti, harás con ellos lo que te venga a mano(S).

34 Se levantó, pues, de noche Abimelec, y todo el pueblo que estaba con él, y pusieron emboscada contra Siquem con cuatro compañías[t]. 35 Y Gaal, hijo de Ebed, salió y se paró a la entrada de la puerta de la ciudad; y Abimelec y el pueblo que estaba con él salieron de la emboscada. 36 Al ver Gaal a la gente, dijo a Zebul: Mira, viene gente bajando de las cumbres de los montes. Pero Zebul le dijo: Estás viendo la sombra de los montes como si fueran hombres. 37 Y volvió a hablar Gaal y dijo: He aquí, gente que baja de la parte más alta[u] de la tierra(T), y una compañía viene por el camino de la encina[v] de los adivinos[w]. 38 Entonces Zebul le dijo: ¿Dónde está ahora tu jactancia[x] con la cual decías: «¿Quién es Abimelec para que le sirvamos?»? ¿No es este el pueblo que despreciabas? Ahora pues, sal y pelea contra él. 39 Y salió Gaal delante de los habitantes de Siquem y peleó contra Abimelec. 40 Abimelec lo persiguió pero Gaal[y] huyó delante de él; y muchos cayeron heridos hasta la entrada de la puerta. 41 Y Abimelec se quedó en Aruma, pero Zebul expulsó a Gaal y a sus parientes para que no se quedaran en Siquem.

Captura de Siquem

42 Aconteció al día siguiente que el pueblo salió al campo, y se lo hicieron saber a Abimelec. 43 Y él tomó a su[z] gente, la dividió en tres compañías y puso emboscada en el campo; cuando miró y vio al pueblo salir[aa] de la ciudad, se levantó contra ellos y los mató[ab]. 44 Entonces Abimelec y la compañía[ac] que estaba con él se lanzaron con ímpetu y se situaron a la entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los mataron[ad]. 45 Y peleó Abimelec contra la ciudad todo aquel día, capturó la ciudad y mató a la gente que había en ella; entonces arrasó la ciudad y la sembró de sal(U).

46 Al oír esto todos los habitantes de la torre de Siquem, se metieron en la fortaleza[ae] del templo[af] de El-berit[ag](V). 47 Y le dijeron a Abimelec que todos los habitantes de la torre de Siquem estaban reunidos. 48 Abimelec subió entonces al monte Salmón(W), él y toda la gente que estaba con él; y tomando Abimelec un hacha[ah] en su mano, cortó una rama de los árboles, la levantó y la puso sobre su hombro. Y dijo a la gente que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos y haced lo mismo[ai]. 49 Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama y siguió a Abimelec, y las pusieron sobre la fortaleza[aj]; prendieron fuego a la fortaleza[ak] sobre los que estaban adentro, y murieron también todos los[al] de la torre de Siquem, como mil hombres y mujeres.

Muerte de Abimelec

50 Después Abimelec fue a Tebes, la sitió[am] y la tomó. 51 Pero había una torre fortificada en el centro de la ciudad, y todos los hombres y mujeres, todos los habitantes de la ciudad, huyeron allí, se encerraron y subieron al techo de la torre. 52 Y Abimelec vino a la torre, la atacó y se acercó a la entrada de la torre para prenderle fuego. 53 Pero una mujer arrojó una muela de molino sobre la cabeza de Abimelec(X) rompiéndole el cráneo. 54 Entonces él llamó apresuradamente al muchacho que era su escudero, y le dijo: Saca tu espada y mátame(Y), no sea que se diga de mí: «Una mujer lo mató». Y el[an] muchacho lo traspasó, y murió. 55 Cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, cada cual partió para su casa[ao]. 56 Así pagó Dios a Abimelec por la maldad que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos(Z). 57 Dios también hizo volver sobre sus cabezas toda la maldad de los hombres de Siquem, y vino sobre[ap] ellos la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal.

Footnotes

  1. Jueces 9:1 Lit., hermano(s), y así en el resto del cap.
  2. Jueces 9:2 O, jefes heb., baalim, y así en el resto del cap.
  3. Jueces 9:3 Lit., sus corazones se inclinaron tras
  4. Jueces 9:5 O, quedó
  5. Jueces 9:6 O, toda la casa de Milo
  6. Jueces 9:6 O, al terebinto
  7. Jueces 9:9 Lit., grosura
  8. Jueces 9:9 Lit., con el cual por mí
  9. Jueces 9:15 O, sinceridad
  10. Jueces 9:16 O, sinceridad
  11. Jueces 9:16 Lit., conforme al proceder de sus manos
  12. Jueces 9:17 Lit., echó su alma por delante
  13. Jueces 9:19 O, sinceridad
  14. Jueces 9:20 O, la casa de Milo
  15. Jueces 9:20 O, la casa de Milo
  16. Jueces 9:24 Lit., de los
  17. Jueces 9:25 Lit., asechadores
  18. Jueces 9:28 O, supervisor
  19. Jueces 9:31 Lit., sitiando
  20. Jueces 9:34 Lit., cabezas, y así en el resto del cap.
  21. Jueces 9:37 O, del centro
  22. Jueces 9:37 O, el terebinto
  23. Jueces 9:37 Heb., Elommeonenim
  24. Jueces 9:38 Lit., boca
  25. Jueces 9:40 Lit., él
  26. Jueces 9:43 Lit., la
  27. Jueces 9:43 Lit., y he aquí el pueblo salía
  28. Jueces 9:43 Lit., hirió
  29. Jueces 9:44 Lit., las cabezas; singular en la versión gr. (sept.)
  30. Jueces 9:44 Lit., hirieron
  31. Jueces 9:46 Lit., cámara interna
  32. Jueces 9:46 Lit., de la casa
  33. Jueces 9:46 I.e., del dios Berit
  34. Jueces 9:48 Lit., las hachas
  35. Jueces 9:48 Lit., como yo
  36. Jueces 9:49 Lit., cámara interna
  37. Jueces 9:49 Lit., cámara interna
  38. Jueces 9:49 Lit., toda la gente
  39. Jueces 9:50 Lit., sitió a Tebes
  40. Jueces 9:54 Lit., su
  41. Jueces 9:55 Lit., lugar
  42. Jueces 9:57 Lit., a