Álef

[a]¡Cuán solitaria se encuentra
    la que fue ciudad populosa!
¡Tiene apariencia de viuda
    la que fue grande entre las naciones!
¡Hoy es esclava de las provincias
    la que fue gran señora entre ellas!

Bet

Amargamente llora por la noche;
    corren las lágrimas por sus mejillas.
No hay entre sus amantes
    uno solo que la consuele.
Todos sus amigos la traicionaron;
    se volvieron sus enemigos.

Guímel

En aflicción y con trabajos forzados
    Judá marchó al exilio.
Habita entre las naciones
    sin encontrar reposo.
Todos sus perseguidores la acosan,
    la ponen en aprietos.

Dálet

Los caminos a Sión están de duelo;
    ya nadie asiste a sus fiestas solemnes.
Las puertas de la ciudad se ven desoladas:
    sollozan sus sacerdotes,
se turban sus doncellas,
    ¡toda ella es amargura!

He

Sus enemigos se volvieron sus amos;
    tranquilos se ven sus adversarios.
El Señor la ha acongojado
    por causa de sus muchos pecados.
Sus hijos marcharon al cautiverio,
    arrastrados por sus enemigos.

Vav

La hija de Sión ha perdido
    todo su esplendor.
Sus príncipes parecen ciervos
    que vagan en busca de pastos.
Exhaustos, se dan a la fuga
    frente a sus perseguidores.

Zayin

Jerusalén trae a la memoria los tristes días de su peregrinaje;
    se acuerda de todos los tesoros
    que en el pasado fueron suyos.
Cuando su pueblo cayó en manos enemigas
    nadie acudió en su ayuda.
Sus enemigos vieron su caída
    y se burlaron de ella.

Jet

Grave es el pecado de Jerusalén;
    por eso se ha vuelto impura.
Los que antes la honraban ahora la desprecian,
    pues han visto su desnudez.
Ella misma gime
    y no se atreve a dar la cara.

Tet

Sus vestidos están llenos de inmundicia;
    no tomó en cuenta lo que le esperaba.
Su caída fue sorprendente;
    no hubo nadie que la consolara.
«¡Mira, Señor, mi aflicción!
    ¡El enemigo ha triunfado!».

Yod

10 El enemigo se adueñó
    de todos sus tesoros.
Ella vio naciones paganas
    entrar en su santuario,
a las que tú prohibiste
    entrar en tu asamblea.

Caf

11 Todo su pueblo solloza
    y anda en busca de pan;
para mantenerse con vida
    cambian por comida sus tesoros.
«¡Mira, Señor, date cuenta
    de cómo me han despreciado!».

Lámed

12 «Fíjense ustedes, los que pasan por el camino:
    ¿Acaso no les importa?
Miren si hay un sufrimiento comparable al mío,
    como el que el Señor me ha hecho padecer,
como el que el Señor lanzó sobre mí
    en el día de su furor.

Mem

13 »Desde lo alto él envió un fuego
    que penetró en mis huesos.
A mi paso tendió una trampa
    y me hizo retroceder.
Me abandonó por completo;
    a todas horas me sentía desfallecer.

Nun

14 »Mis pecados fueron atados a un yugo;
    sus manos los ataron juntos.[b]
Me los ha colgado al cuello,
    y ha debilitado mis fuerzas.
Me ha entregado en manos de gente
    a la que no puedo ofrecer resistencia.

Sámej

15 »En mi ciudad el Señor ha rechazado
    a todos los guerreros.
Convocó un ejército contra mí,
    para despedazar[c] a mis jóvenes.
El Señor ha pisado como en un lagar
    a la virginal hija de Judá.

Ayin

16 »Todo esto me hace llorar;
    mis ojos se inundan de lágrimas.
No tengo cerca a nadie que me consuele;
    no tengo a nadie que me reanime.
Mis hijos quedaron abandonados
    porque el enemigo salió victorioso».

Pe

17 Sión clama pidiendo ayuda,[d]
    pero no hay quien la consuele.
Por decreto del Señor
    los vecinos de Jacob son ahora sus enemigos;
Jerusalén ha llegado a ser
    inmundicia en medio de ellos.

Tsade

18 «El Señor es justo,
    pero yo me rebelé contra su palabra.
Escuchen, todos los pueblos,
    y vean mi sufrimiento.
Mis doncellas y mis jóvenes
    han marchado al destierro.

Qof

19 »Llamé a mis amantes,
    pero ellos me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis ancianos
    perecieron en la ciudad,
mientras buscaban alimentos
    para mantenerse con vida.

Resh

20 »¡Mírame, Señor, que me encuentro angustiada!
    ¡Siento una profunda agonía![e]
Mi corazón se agita dentro de mí,
    pues he sido muy rebelde.
Allá afuera, la espada me deja sin hijos;
    dentro de la casa hay ambiente de muerte.

Shin

21 »La gente ha escuchado mi gemir,
    pero no hay quien me consuele.
Todos mis enemigos conocen mi pesar
    y se alegran de lo que has hecho conmigo.
¡Manda ya tu castigo anunciado,
    para que sufran lo que he sufrido!

Tav

22 »¡Que llegue a tu presencia
    toda su maldad!
¡Trátalos como me has tratado a mí
    por causa de todos mis pecados!
Son muchos mis quejidos,
    y mi corazón desfallece».

Footnotes

  1. Lm 1 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
  2. 1:14 a un yugo; … juntos. Texto de difícil traducción.
  3. 1:15 Convocó … despedazar. Alt. ha establecido mi tiempo, / cuando él despedazará.
  4. 1:17 clama pidiendo ayuda. Lit. extiende las manos.
  5. 1:20 ¡Siento … agonía! Lit. Mis entrañas se agitan.

Jerusalén lamenta su caída

¡Cuán solitaria ha quedado la otrora ciudad populosa!
¡Cual viuda ha quedado la capital de las naciones!
¡La princesa de las provincias es ahora tributaria!

Por las noches, amargas lágrimas corren por sus mejillas.
Ni uno solo de sus amantes viene a consolarla.
Sus amigos le fallaron; ¡se volvieron sus enemigos!

Presa de la aflicción y de cruel esclavitud,
Judá marcha al cautiverio;
ahora habita entre las naciones
sin hallar descanso alguno.
La acosan sus perseguidores,
la ponen en aprietos.

De luto están los caminos de Sión.
Ya nadie asiste a las fiestas.
Todas sus puertas están derribadas.
Sus sacerdotes lloran.
Amargada está Sión,
y afligidas sus doncellas.

Sus enconados enemigos son ahora grandes magnates.
¡El Señor la afligió por sus muchas rebeliones,
y sus jóvenes marchan ahora al cautiverio,
arreados por el enemigo!

La sin par belleza de Sión se ha esfumado;
sus príncipes andan como ciervos en busca de pastos;
fuerzas no tienen para oponerse a sus perseguidores.

Jerusalén recuerda su aflicción y sus rebeliones;
recuerda tantas cosas agradables
de que gozó en los tiempos antiguos;
recuerda cuando cayó ante el enemigo
y nadie vino en ayuda de su pueblo;
recuerda cómo la miraban sus enemigos
y se burlaban de su caída.

Pero Jerusalén pecó. ¡Por eso ha sido rechazada!
Al verla desnuda, la desprecian
quienes antes la admiraban;
y ella, sollozante, corre a esconderse.

Cubierta está de inmundicia.
No tuvo en cuenta su futuro.
Ha caído a lo más bajo,
y en su desconsuelo exclama:
«¡Mira, Señor, mi aflicción!
¡Mira cómo se regodean mis enemigos!»

10 El enemigo se ha adueñado de todos sus tesoros.
Jerusalén ha visto a los paganos irrumpir en su santuario,
aun cuando prohibiste que esa gente entrara en tu congregación.

11 Entre sollozos, sus habitantes buscan algo qué comer;
cambian por comida sus objetos más preciados
para lograr volver a la vida.
«¡Mírame, Señor!
¡Toma en cuenta mi desconsuelo!»

12 Ustedes, que van por el camino,
¿esto no los conmueve?
¡Consideren si hay dolor
que se compare con el mío!
¡La ira del Señor se encendió
y me envió este sufrimiento!

13 Envió un fuego desde lo alto
que me consumió los huesos;
tendió una red a mi paso
y me hizo retroceder;
me dejó en completa ruina,
y sufro a todas horas.

14 El Señor mismo me ha atado
al yugo de mis rebeliones;
me ha puesto en el cuello ataduras
que acaban con mis fuerzas;
me ha dejado en manos de enemigos
que no puedo vencer.

15 El Señor ha pisoteado en mis calles
a todos mis hombres fuertes;
ha convocado tropas para derrotar a mis valientes;
¡ha prensado a la virginal Judá
como si prensara uvas!

16 Ésta es la causa de mis lágrimas.
El llanto brota de mis ojos,
pues no tengo a nadie que me consuele;
¡no tengo a nadie que me reanime!
¡Mis hijos han sido derrotados!
¡El enemigo nos venció!

17 Sión tiende las manos suplicante,
y no hay quien la consuele;
el Señor hizo que los vecinos de Jacob
se volvieran sus enemigos;
¡Jerusalén les resulta algo repugnante!

18 Pero el Señor es justo.
¡Yo me rebelé contra su palabra!
¡Oigan esto, pueblos todos,
y consideren mi dolor!
¡Mis doncellas y mis jóvenes
fueron llevados al cautiverio!

19 Pedí ayuda a mis amantes, pero ellos me fallaron;
en la ciudad, mis sacerdotes y mis ancianos perecieron;
buscaban comida para volver a la vida.

20 ¡Mírame, Señor, atribulada
y con gran angustia interna!
El corazón me da vuelcos
por causa de mi gran rebeldía.
Allá afuera, hace estragos la espada;
aquí adentro, predomina la muerte.

21 Me oyen sollozar,
pero no hay quien me consuele;
Saben mis enemigos de mi mal,
y se alegran de lo que me haces.
¡Envía ya el día que tienes anunciado,
y que les vaya como a mí!

22 ¡Hazlos comparecer ante ti por toda su maldad,
y trátalos como a mí por todas mis rebeliones!
¡Demasiadas son mis lágrimas!
¡Tengo deshecho el corazón!