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20 ¡Mírame, Señor, atribulada
y con gran angustia interna!
El corazón me da vuelcos
por causa de mi gran rebeldía.
Allá afuera, hace estragos la espada;
aquí adentro, predomina la muerte.

21 Me oyen sollozar,
pero no hay quien me consuele;
Saben mis enemigos de mi mal,
y se alegran de lo que me haces.
¡Envía ya el día que tienes anunciado,
y que les vaya como a mí!

22 ¡Hazlos comparecer ante ti por toda su maldad,
y trátalos como a mí por todas mis rebeliones!
¡Demasiadas son mis lágrimas!
¡Tengo deshecho el corazón!

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