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Ya no hay en el país gente misericordiosa. Ya no hay una sola persona honrada. Todos están a la espera de matar a otros; todos le tienden trampas a su prójimo. Para colmo de su maldad, los gobernantes extorsionan y los jueces dictan sentencia a cambio de sobornos; los poderosos no disimulan sus malos deseos, sino que los confirman. El mejor de ellos es peor que un espino; el más recto es más torcido que una zarza. ¡Pero ya viene el día de su castigo, el día que anunciaron sus vigilantes, y entonces se verán confundidos.

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