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Faltó el misericordioso de la tierra, y ninguno hay recto entre los hombres; todos acechan por sangre; cada cual arma red a su hermano.

Para completar la maldad de sus manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por soborno; y el grande habla el antojo de su alma, y juntos urden sus maquinaciones.

El mejor de ellos es como el espino; el más recto, como un zarzal; el día de tu castigo viene, el que anunciaron tus atalayas; ahora será su consternación.

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