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Ven ahora, te ruego(A), y maldíceme a este pueblo(B) porque es demasiado poderoso para mí; quizá pueda derrotarlos y echarlos de la tierra. Porque yo sé que a quien tú bendices es bendecido, y a quien tú maldices es maldecido».

Los ancianos de Moab y los ancianos de Madián fueron con el precio de la adivinación(C) en la mano; y llegaron a Balaam, y le repitieron las palabras de Balac. Y él les dijo: «Pasen la noche aquí y yo les traeré palabra según lo que el Señor me diga». Y los jefes de Moab se quedaron con Balaam.

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