Add parallel Print Page Options

Yo sé que a quien tú bendices, es bendecido, y que a quien tú maldices es maldecido. Por eso, te ruego que vengas y lo maldigas por mí, porque es un pueblo más fuerte que yo. ¡Tal vez logre yo herirlo y echarlo fuera de mi tierra!»

Los ancianos de Moab y de Madián fueron a ver a Balaam. Con los regalos de adivinación en la mano, le dieron el mensaje que le enviaba Balac. Y Balaam les dijo:

«Descansen aquí esta noche, que yo les daré la respuesta que el Señor me comunique.»

Y los príncipes de Moab se quedaron con Balaam.

Read full chapter