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LIBRO I

El justo y los pecadores

Bienaventurado el hombre
que no anda en compañía de malvados,
ni se detiene a hablar con pecadores,
ni se sienta a conversar con blasfemos.
Que, por el contrario,
se deleita en la ley del Señor,
y día y noche medita en ella.
Ese hombre es como un árbol
plantado junto a los arroyos:(A)
llegado el momento da su fruto,
y sus hojas no se marchitan.
¡En todo lo que hace, prospera.
Con los malvados no pasa lo mismo;
¡son como el tamo que se lleva el viento!
Por eso los malvados y pecadores
no tienen arte ni parte en el juicio
ni en las reuniones de los justos.
El Señor conoce el camino de los justos,
pero la senda de los malos termina mal.

LIBRO PRIMERO

Contraste entre el justo y los impíos

¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda(A) en el consejo de los impíos(B),
ni se detiene en el camino de los pecadores(C),
ni se sienta en la silla de los escarnecedores(D),
sino que en la ley del Señor está su deleite(E),
y en su ley medita de día(F) y de noche(G)!
Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes[a] de agua(H),
que da su fruto a su tiempo,
y su hoja[b] no se marchita;
en todo lo que hace, prospera[c](I).

No así los impíos,
que son como paja que se lleva el viento(J).
Por tanto, no se sostendrán[d] los impíos(K) en el juicio(L),
ni los pecadores en la congregación de los justos(M).
Porque el Señor conoce[e] el camino de los justos(N),
mas el camino de los impíos perecerá(O).

Footnotes

  1. Salmos 1:3 O, canales
  2. Salmos 1:3 O, follaje
  3. Salmos 1:3 O, y todo lo que hace prospera
  4. Salmos 1:5 O, se levantarán
  5. Salmos 1:6 O, aprueba