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(4) tú, Señor, me salvaste de la muerte;
me diste vida, me libraste de morir.

(5) Ustedes, fieles del Señor, ¡cántenle himnos!,
¡alaben su santo nombre!
(6) Porque su enojo dura un momento,
pero su buena voluntad, toda la vida.
Si lloramos por la noche,
por la mañana tendremos alegría.

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