¹² y nos enseña que debemos renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y vivir en esta época de manera sobria, justa y piadosa, ¹³ mientras aguardamos la bendita esperanza y la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, ¹⁴ quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad^(A) y purificar para sí un pueblo propio,^(B) celoso de buenas obras.

²⁴ Porque con esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza, porque ¿quién espera lo que ya está viendo?

² Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal como él es. ³ Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

²⁷ a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los no judíos, y que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.

⁹ porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación.

Llamamiento a una vida santa

¹³ Por lo tanto, preparen su mente para la acción, estén atentos y pongan toda su esperanza en la gracia que recibirán cuando Jesucristo sea manifestado.