Add parallel Print Page Options

Entonces les preguntó:

—¿Está bien?

—Vive y está bien —le respondieron.

Y Tobías añadió:

—¡Es mi padre!

Ragüel se levantó de un salto y lo llenó de besos, mientras decía llorando:

—¡Dios te bendiga, hijo! Tu padre es un hombre excelente. ¡Qué desdicha tan grande que un hombre tan bueno y tan generoso se haya quedado ciego!

Y otra vez abrazó llorando a su pariente Tobías. Edna, su esposa, también lloró, lo mismo que Sara, la hija.

Read full chapter