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»En aquel día», declara el Señor, «heriré de espanto a todo caballo, y a su jinete, de locura. Pero sobre la casa de Judá abriré Mis ojos, mientras hiero de ceguera a todo caballo de los pueblos. Entonces los jefes de familias de Judá dirán en su corazón: “Gran apoyo para nosotros son los habitantes de Jerusalén por el Señor de los ejércitos, su Dios”.

»En aquel día haré de los jefes de familias de Judá como brasero de fuego entre leños, y como antorcha ardiendo entre gavillas, y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos de alrededor(A), mientras que Jerusalén será habitada de nuevo en su lugar, en Jerusalén(B).

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