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El Señor le preguntó a Caín:

―¿Dónde está tu hermano Abel?

―No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?

10 ―¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia. 11 Por eso, ahora quedarás bajo la maldición de la tierra, la cual ha abierto sus fauces para recibir la sangre de tu hermano, que tú has derramado.

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