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31 Pasaron por Idumea y acamparon frente a Bet-sur, y durante muchos días la atacaron con ayuda de máquinas de guerra; pero los israelitas salieron de la fortaleza, y quemaron las máquinas y lucharon valientemente.

32 Judas, entonces, se retiró de la ciudadela y acampó junto a Bet-zacarías, frente al campamento del rey. 33 Al día siguiente, muy temprano, el rey levantó el campamento e hizo que su ejército se dirigiera rápidamente hacia Bet-zacarías. El ejército se preparó para la batalla y se tocaron las trompetas. 34 A los elefantes les mostraron jugo de uvas y de moras para excitarlos al combate. 35 Distribuyeron los animales entre los batallones; alrededor de cada elefante dispusieron mil hombres protegidos con corazas y con cascos de bronce en la cabeza, además de quinientos soldados de caballería escogidos. 36 Los soldados habían sido colocados con anticipación en el lugar donde debía estar el elefante, y se movían al mismo tiempo que el animal, sin apartarse de él ni un momento. 37 Encima de cada elefante había una torre fortificada, hecha de madera, cubierta con un techo, sujeta a sus espaldas con un arnés especial, y en cada torre había tres soldados, además del conductor indio. 38 El resto de la caballería fue colocado a los lados del ejército para hostilizar al enemigo, protegiéndose al mismo tiempo con los batallones. 39 Cuando el sol brillaba sobre los escudos de oro y de bronce, se iluminaban las montañas con su reflejo y resplandecían como antorchas encendidas.

40 Una parte del ejército del rey se desplegó sobre las cumbres de los montes, y otra se quedó en la parte baja. Avanzaron con confianza y en orden. 41 Todos los que oían el ruido que hacía este gentío al caminar y al hacer resonar las armas, temblaban de miedo. Era, en efecto, un ejército inmenso y poderoso.

42 Judas y su ejército también avanzaron para dar la batalla, y cerca de seiscientos hombres del ejército del rey cayeron muertos. 43 Eleazar Avarán divisó un elefante protegido con armadura real, que sobresalía por encima de todos los demás, y pensó que el rey se encontraba en él. 44 Entonces dio su vida para salvar a su pueblo, y conquistó fama inmortal. 45 Corrió atrevidamente hacia él por en medio del batallón enemigo, matando gente a derecha e izquierda y haciendo que a uno y otro lado le abrieran paso. 46 Llegó hasta colocarse debajo del elefante, y lo atacó y lo mató. Pero el elefante, al desplomarse, cayó sobre Eleazar, y éste murió allí mismo. 47 Sin embargo, al ver los israelitas el poderío militar del rey y el ímpetu con que atacaban sus soldados, tuvieron que retirarse.

48 Parte del ejército del rey avanzó sobre Jerusalén para atacar a los israelitas, y el rey puso cerco a Judea y al monte Sión. 49 Hizo las paces con los de Bet-sur, los cuales salieron de la ciudad, pues no tenían provisiones para resistir el cerco. Era un año sabático, en que la tierra debía descansar. 50 Así el rey ocupó Bet-sur y puso allí una guarnición. 51 Luego atacó el templo durante muchos días, levantando plataformas de tiro, máquinas de guerra, lanzallamas, catapultas, lanzadardos y hondas. 52 Pero los israelitas también levantaron máquinas para responder a las de sus enemigos, y así estuvieron luchando mucho tiempo. 53 Sin embargo, por ser aquél un año sabático, no tenían suficientes provisiones en sus almacenes, y los israelitas que habían venido a Judea de los países paganos habían consumido las provisiones que quedaban. 54 Como el hambre era ya demasiado fuerte, sólo quedaron en el templo unos cuantos hombres; los demás se fueron cada uno a su casa.

El rey concede la libertad religiosa a los judíos(A)

55-56 El rey Antíoco, antes de morir, había confiado su hijo Antíoco a Filipo, a fin de que lo educara y lo preparara para ser rey. Pero Filipo, una vez que regresó de Persia y Media con el ejército que el rey había llevado en su campaña, trató de apoderarse del gobierno. Cuando Lisias se enteró de ello, 57 a toda prisa dio órdenes al ejército de ponerse en marcha. Dijo al rey, a los comandantes del ejército y a los soldados: «Cada día nos debilitamos más; nos quedan muy pocas provisiones; el lugar que estamos sitiando está bien fortificado, y además los asuntos del imperio exigen nuestra atención. 58 Hagamos un trato con esta gente, hagamos las paces con ellos y con toda la nación. 59 Démosles libertad para que sigan sus leyes y costumbres como antes, pues por haberles prohibido nosotros que siguieran sus leyes y costumbres, ellos se han irritado y causado todo esto.» 60 Al rey le pareció bien esta propuesta, lo mismo que a los jefes militares; así que envió a los israelitas propuestas de paz, y ellos las aceptaron. 61 El rey y los jefes garantizaron con su juramento el convenio. Bajo esas condiciones, los israelitas salieron de su fortaleza. 62 Pero cuando el rey llegó al monte Sión y vio lo bien fortificado que estaba el lugar, se retractó de su juramento y mandó demoler la muralla que había alrededor. 63 Luego se fue a toda prisa hacia Antioquía, y encontró a Filipo en posesión de la ciudad; lo atacó, y por la fuerza se apoderó de la ciudad.

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