Add parallel Print Page Options

El rey concede la libertad religiosa a los judíos(A)

55-56 El rey Antíoco, antes de morir, había confiado su hijo Antíoco a Filipo, a fin de que lo educara y lo preparara para ser rey. Pero Filipo, una vez que regresó de Persia y Media con el ejército que el rey había llevado en su campaña, trató de apoderarse del gobierno. Cuando Lisias se enteró de ello, 57 a toda prisa dio órdenes al ejército de ponerse en marcha. Dijo al rey, a los comandantes del ejército y a los soldados: «Cada día nos debilitamos más; nos quedan muy pocas provisiones; el lugar que estamos sitiando está bien fortificado, y además los asuntos del imperio exigen nuestra atención. 58 Hagamos un trato con esta gente, hagamos las paces con ellos y con toda la nación. 59 Démosles libertad para que sigan sus leyes y costumbres como antes, pues por haberles prohibido nosotros que siguieran sus leyes y costumbres, ellos se han irritado y causado todo esto.» 60 Al rey le pareció bien esta propuesta, lo mismo que a los jefes militares; así que envió a los israelitas propuestas de paz, y ellos las aceptaron. 61 El rey y los jefes garantizaron con su juramento el convenio. Bajo esas condiciones, los israelitas salieron de su fortaleza. 62 Pero cuando el rey llegó al monte Sión y vio lo bien fortificado que estaba el lugar, se retractó de su juramento y mandó demoler la muralla que había alrededor. 63 Luego se fue a toda prisa hacia Antioquía, y encontró a Filipo en posesión de la ciudad; lo atacó, y por la fuerza se apoderó de la ciudad.

Read full chapter