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II.— INSTRUCCIONES Y RECOMENDACIONES DIVERSAS (4,1—5,22)

Una vida agradable a Dios

Por lo demás, hermanos, les pedimos y exhortamos a que, lo mismo que aprendieron de nosotros a comportarse como conviene, agradando a Dios, así sigan comportándose para que progresen lo más posible. Conocen cuáles fueron las instrucciones que les dimos de parte de Jesús, el Señor. Dios, en efecto, quiere que vivan como consagrados a él, que se abstengan de acciones deshonestas y que cada uno de ustedes sepa vivir con su mujer santa y decorosamente, sin que los arrastre la pasión, como arrastra a los paganos que no conocen a Dios. Y que nadie en este asunto atropelle o conculque los derechos de su hermano porque, como ya les dijimos e insistimos en su día, el Señor hará justicia de todas estas cosas. Pues no los ha llamado Dios a vivir en la impureza, sino como consagrados a él. Por eso, quien rechaza esto, no rechaza una norma humana, sino a Dios que es quien les da su santo Espíritu.

En cuanto al amor fraterno, no hace falta que les diga nada por escrito, ya que el mismo Dios les ha enseñado a amarse los unos a los otros. 10 Y así lo practican con todos los hermanos de la entera Macedonia. Sólo les pedimos, hermanos, que progresen en ello más y más, 11 que procuren vivir tranquilos, que se ocupen de sus asuntos y que trabajen con sus propias manos, según las instrucciones que les dimos. 12 Así se ganarán el respeto de los no cristianos y no tendrán que importunar a nadie.

Sobre los difuntos

13 Hermanos, no queremos que ignoren la suerte de aquellos que ya han muerto. Así no estarán tristes como lo están los que carecen de esperanza. 14 Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado; pues, igualmente, Dios llevará consigo a quienes han muerto unidos a Jesús.

15 Apoyados en la palabra del Señor, les aseguramos que nosotros los que estemos vivos, los supervivientes en el día de la manifestación del Señor no tendremos preferencia sobre los que ya murieron. 16 Porque el Señor mismo bajará del cielo y, a la voz de mando, cuando se oiga la voz del arcángel y resuene la trompeta divina, resucitarán en primer lugar los que murieron unidos a Cristo. 17 Después nosotros, los que aún quedemos vivos, seremos arrebatados, junto con ellos, entre nubes, y saldremos por los aires al encuentro del Señor. De este modo viviremos siempre con el Señor. 18 Dense ánimos, pues, unos a otros con esta enseñanza.

La vida que agrada a Dios

Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.

Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros; 10 y también lo hacéis así con todos los hermanos que están por toda Macedonia. Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más; 11 y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, 12 a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.

La venida del Señor

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.(A) 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.