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36 Al llegar la hora del sacrificio, el profeta Elías se acercó y dijo:

— Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel: haz que hoy se reconozca que tú eres el Dios de Israel y que yo soy tu siervo que he actuado así por orden tuya. 37 Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que eres tú el que harás volver sus corazones a ti.

38 Entonces descendió el fuego divino, devoró el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja.

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