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10 Ella, llena de tristeza, suplicó al Señor, llorando a lágrima viva, 11 y le hizo esta firme promesa:

— Señor del universo, si prestas atención a la humillación de tu esclava, si me tienes en cuenta y no me olvidas, si me concedes un hijo varón, te prometo que te lo entregaré de por vida y que nunca se afeitará la cabeza.

12 Elí, por su parte, observaba los labios de Ana que no cesaba de orar al Señor.

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