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22 pero Ana no subió, excusándose a su marido:

— Cuando destete al niño, lo llevaré para presentarlo ante el Señor y para que se quede allí de por vida.

23 Elcaná, su marido, le contestó:

— Haz lo que mejor te parezca. Quédate hasta que lo destetes y que el Señor cumpla su palabra.

Ana se quedó en casa, criando a su hijo hasta que lo destetó. 24 Entonces lo llevó al santuario del Señor en Siló, junto con un novillo, un saco de harina y un pellejo de vino.

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