Porque Dios, que dijo: «¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!»,[a] hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo.

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Footnotes

  1. 4:6 Gn 1:3.

Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandeciera la luz(A), es el que ha resplandecido en nuestros corazones(B), para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo(C).

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Pues bien, si aquel ministerio fue así, ¿no será todavía más glorioso el ministerio del Espíritu?

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¿cómo no será aún con más gloria el ministerio del Espíritu?

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