Porque sabemos que si la tienda terrenal que es nuestra morada[a](A), es destruida, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha por manos(B), eterna en los cielos. Pues, en verdad[b], en esta morada gemimos, anhelando ser vestidos(C) con nuestra habitación celestial; y una vez vestidos, no seremos hallados desnudos. Porque asimismo, los que estamos en esta tienda, gemimos agobiados, pues no queremos ser desvestidos, sino vestidos(D), para que lo mortal sea absorbido por la vida(E). Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía[c](F). Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos[d] en el cuerpo(G), estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista[e](H)); pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar[f] con el Señor(I). Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos serle agradables(J). 10 Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo[g](K), de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo.

La nueva criatura

11 Por tanto, conociendo el temor del Señor(L), persuadimos a los hombres, pero a Dios somos manifiestos, y espero que también seamos manifiestos en vuestras conciencias(M). 12 No nos recomendamos otra vez a vosotros(N), sino que os damos oportunidad de estar orgullosos de nosotros(O), para que tengáis respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón. 13 Porque si estamos locos[h], es para Dios; y si estamos cuerdos, es para vosotros(P). 14 Pues el amor de Cristo nos apremia[i](Q), habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron(R); 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos(S). 16 De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne(T); aunque hemos conocido a Cristo según la carne, sin embargo, ahora ya no le conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo(U), nueva criatura es[j](V); las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas(W).

El ministerio de la reconciliación

18 Y todo esto procede de Dios(X), quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo(Y), y nos dio el ministerio(Z) de la reconciliación; 19 a saber, que Dios estaba en Cristo(AA) reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres[k] sus transgresiones(AB), y nos ha encomendado a[l] nosotros la palabra de la reconciliación.

20 Por tanto, somos embajadores(AC) de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos(AD): ¡Reconciliaos con Dios(AE)! 21 Al que no conoció pecado(AF), le hizo pecado por nosotros(AG), para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él(AH).

Footnotes

  1. 2 Corintios 5:1 Lit., nuestra morada terrenal de la tienda
  2. 2 Corintios 5:2 Lit., también
  3. 2 Corintios 5:5 O, arras
  4. 2 Corintios 5:6 Lit., estamos presentes
  5. 2 Corintios 5:7 O, apariencias
  6. 2 Corintios 5:8 Lit., estar presentes
  7. 2 Corintios 5:10 Lit., por las cosas por medio del cuerpo
  8. 2 Corintios 5:13 Lit., estuviéramos fuera de nosotros
  9. 2 Corintios 5:14 O, controla
  10. 2 Corintios 5:17 O, hay una nueva creación
  11. 2 Corintios 5:19 Lit., a ellos
  12. 2 Corintios 5:19 Lit., habiendo puesto en

Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.

Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. 10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo,(A) para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

El ministerio de la reconciliación

11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. 12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.