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Pero la palabra del Señor vino a Semaías, hombre de Dios, diciendo(A):

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Entonces el profeta Semaías(A) vino a Roboam y a los príncipes de Judá que se habían reunido en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: «Así dice el Señor: “Ustedes me han abandonado, por eso también Yo los abandono(B) en manos de Sisac”». Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: «Justo es el Señor(C)».

Cuando el Señor vio que se habían humillado, vino la palabra del Señor a Semaías, diciendo: «Se han humillado; no los destruiré(D), sino que les concederé cierta libertad y Mi furor no se derramará(E) sobre Jerusalén por medio de Sisac.

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