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Pero cuando, en medio de sus dificultades, el pueblo se ha vuelto al Señor, Dios de Israel, y lo ha buscado, él se ha dejado encontrar. En aquellos tiempos no había paz para nadie, sino mucho sobresalto para los habitantes de los diversos países. Las naciones y las ciudades se destruían unas a otras, porque el Señor los aterraba con toda clase de calamidades.

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