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y fueron destruidos en su presencia los altares de las diversas representaciones de Baal. Además, Josías mandó destrozar los altares para incienso que había encima. También mandó hacer pedazos las imágenes de Aserá, los ídolos y las estatuas de metal fundido; los hizo polvo, que luego esparció sobre las tumbas de quienes les habían ofrecido sacrificios. Además quemó los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y así purificó a Judá y Jerusalén. Hizo lo mismo en las ciudades de Manasés, Efraín y Simeón, y hasta Neftalí, en las plazas de todas sus ciudades.

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