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Purificación del templo(A)

10 Macabeo y sus seguidores, guiados por el Señor, reconquistaron el templo y la ciudad de Jerusalén; destruyeron los altares construidos por los paganos en la plaza pública, y también sus lugares de culto. Después de purificar el templo, construyeron otro altar, y golpeando una piedra contra otra, sacaron fuego y ofrecieron con él un sacrificio. También quemaron incienso, encendieron las lámparas y presentaron los panes consagrados. Ya hacía dos años que los sacrificios se habían interrumpido. Después de esto, inclinados y con la frente en el suelo, pidieron al Señor que no volviera a dejarlos sufrir tantas calamidades; que, en caso de pecar, los corrigiera con bondad, pero que no los entregara en manos de paganos salvajes que injuriaban a Dios. El templo fue purificado en la misma fecha en que había sido profanado por los paganos, es decir, el día veinticinco del mes de Quisleu. Y celebraron con alegría ocho días de fiesta, a la manera de la fiesta de las Enramadas, recordando que poco tiempo antes la habían celebrado en las montañas y en las cuevas, donde vivían como animales salvajes. Por esto, llevando limones adornados con hojas, ramas frescas de árboles y hojas de palmera, cantaban himnos a Dios, que había llevado a buen término la purificación del santuario. Además, toda la asamblea aprobó y publicó un decreto en el que se ordenaba que todo el pueblo judío celebrara cada año estos días de fiesta.

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