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18 El profeta había anunciado al rey que a la misma hora del día siguiente, a la entrada de la ciudad de Samaria, podrían comprarse por una moneda de plata tres kilos de harina o seis kilos de cebada. 19 Sin embargo, el ayudante personal del rey le había dicho: «¡Esto no sucederá ni aunque Dios abra las ventanas de los cielos!» Y fue entonces cuando Eliseo le contestó: «Tú lo vas a ver con tus propios ojos, pero de eso no comerás nada». 20 Y así sucedió, porque la gente lo atropelló a la entrada de la ciudad y murió.

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