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Reinado de Amasías

(2 R. 14.1-22)

25 De veinticinco años era Amasías cuando comenzó a reinar, y veintinueve años reinó en Jerusalén; el nombre de su madre fue Joadán, de Jerusalén. Hizo él lo recto ante los ojos de Jehová, aunque no de perfecto corazón. Y luego que fue confirmado en el reino, mató a los siervos que habían matado al rey su padre. Pero no mató a los hijos de ellos, según lo que está escrito en la ley, en el libro de Moisés, donde Jehová mandó diciendo: No morirán los padres por los hijos, ni los hijos por los padres; mas cada uno morirá por su pecado.(A)

Reunió luego Amasías a Judá, y con arreglo a las familias les puso jefes de millares y de centenas sobre todo Judá y Benjamín. Después puso en lista a todos los de veinte años arriba, y fueron hallados trescientos mil escogidos para salir a la guerra, que tenían lanza y escudo. Y de Israel tomó a sueldo por cien talentos de plata, a cien mil hombres valientes. Mas un varón de Dios vino a él y le dijo: Rey, no vaya contigo el ejército de Israel; porque Jehová no está con Israel, ni con todos los hijos de Efraín. Pero si vas así, si lo haces, y te esfuerzas para pelear, Dios te hará caer delante de los enemigos; porque en Dios está el poder, o para ayudar, o para derribar. Y Amasías dijo al varón de Dios: ¿Qué, pues, se hará de los cien talentos que he dado al ejército de Israel? Y el varón de Dios respondió: Jehová puede darte mucho más que esto. 10 Entonces Amasías apartó el ejército de la gente que había venido a él de Efraín, para que se fuesen a sus casas; y ellos se enojaron grandemente contra Judá, y volvieron a sus casas encolerizados. 11 Esforzándose entonces Amasías, sacó a su pueblo, y vino al Valle de la Sal, y mató de los hijos de Seir diez mil.(B) 12 Y los hijos de Judá tomaron vivos a otros diez mil, los cuales llevaron a la cumbre de un peñasco, y de allí los despeñaron, y todos se hicieron pedazos. 13 Mas los del ejército que Amasías había despedido, para que no fuesen con él a la guerra, invadieron las ciudades de Judá, desde Samaria hasta Bet-horón, y mataron a tres mil de ellos, y tomaron gran despojo.

14 Volviendo luego Amasías de la matanza de los edomitas, trajo también consigo los dioses de los hijos de Seir, y los puso ante sí por dioses, y los adoró, y les quemó incienso. 15 Por esto se encendió la ira de Jehová contra Amasías, y envió a él un profeta, que le dijo: ¿Por qué has buscado los dioses de otra nación, que no libraron a su pueblo de tus manos? 16 Y hablándole el profeta estas cosas, él le respondió: ¿Te han puesto a ti por consejero del rey? Déjate de eso. ¿Por qué quieres que te maten? Y cuando terminó de hablar, el profeta dijo luego: Yo sé que Dios ha decretado destruirte, porque has hecho esto, y no obedeciste mi consejo.

17 Y Amasías rey de Judá, después de tomar consejo, envió a decir a Joás hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel: Ven, y veámonos cara a cara. 18 Entonces Joás rey de Israel envió a decir a Amasías rey de Judá: El cardo que estaba en el Líbano envió al cedro que estaba en el Líbano, diciendo: Da tu hija a mi hijo por mujer. Y he aquí que las fieras que estaban en el Líbano pasaron, y hollaron el cardo. 19 Tú dices: He aquí he derrotado a Edom; y tu corazón se enaltece para gloriarte. Quédate ahora en tu casa. ¿Para qué provocas un mal en que puedas caer tú y Judá contigo?

20 Mas Amasías no quiso oír; porque era la voluntad de Dios, que los quería entregar en manos de sus enemigos, por cuanto habían buscado los dioses de Edom. 21 Subió, pues, Joás rey de Israel, y se vieron cara a cara él y Amasías rey de Judá en la batalla de Bet-semes, la cual es de Judá. 22 Pero cayó Judá delante de Israel, y huyó cada uno a su casa. 23 Y Joás rey de Israel apresó en Bet-semes a Amasías rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Joacaz, y lo llevó a Jerusalén; y derribó el muro de Jerusalén desde la puerta de Efraín hasta la puerta del ángulo, un tramo de cuatrocientos codos. 24 Asimismo tomó todo el oro y la plata, y todos los utensilios que se hallaron en la casa de Dios en casa de Obed-edom, y los tesoros de la casa del rey, y los hijos de los nobles; después volvió a Samaria.

25 Y vivió Amasías hijo de Joás, rey de Judá, quince años después de la muerte de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel. 26 Los demás hechos de Amasías, primeros y postreros, ¿no están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel? 27 Desde el tiempo en que Amasías se apartó de Jehová, empezaron a conspirar contra él en Jerusalén; y habiendo él huido a Laquis, enviaron tras él a Laquis, y allá lo mataron; 28 y lo trajeron en caballos, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de Judá.

Amasías, rey de Judá(A)(B)(C)

25 Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Joadán, oriunda de Jerusalén. Amasías hizo lo que agrada al Señor, aunque no de todo corazón. Después de afianzarse en el poder, Amasías mató a los ministros que habían asesinado a su padre el rey. Sin embargo, según lo que ordenó el Señor, no mató a los hijos de los asesinos, pues está escrito en el libro de la Ley de Moisés: «No se dará muerte a los padres por la culpa de sus hijos ni se dará muerte a los hijos por la culpa de sus padres. Cada uno morirá por su propio pecado».[a]

Amasías reunió a los de Judá. Puso al frente de todo Judá y Benjamín comandantes de mil y de cien soldados, agrupados según sus familias patriarcales. Censó a los hombres mayores de veinte años y resultó que había trescientos mil hombres aptos para ir a la guerra y capaces de manejar la lanza y el escudo. Además, por la suma de cien talentos[b] de plata contrató a cien mil guerreros valientes de Israel.

Pero un hombre de Dios fue a verlo y le dijo:

—Su Majestad, no permita que el ejército de Israel vaya con usted, porque el Señor no está con esos efraimitas. Si usted va con ellos, aunque luche valerosamente, Dios lo derribará en la cara misma de sus enemigos, porque Dios tiene poder para ayudar y poder para derribar.

Amasías preguntó al hombre de Dios:

—¿Qué va a pasar con los cien talentos de plata que pagué al ejército de Israel?

—El Señor puede darle a usted mucho más que eso —respondió.

10 Entonces Amasías dio de baja a las tropas israelitas que habían llegado de Efraín y las hizo regresar a su país. A raíz de eso, las tropas se enojaron mucho con Judá y regresaron furiosas a sus casas.

11 Armándose de valor, Amasías guio al ejército hasta el valle de la Sal, donde mató a diez mil hombres de Seír. 12 El ejército de Judá capturó vivos a otros diez mil. A estos los hicieron subir a la cima de una roca, y desde allí los despeñaron. Todos murieron destrozados.

13 Mientras esto sucedía, las tropas que Amasías había dado de baja se lanzaron contra las ciudades de Judá. Luego, desde Samaria hasta Bet Jorón, mataron a tres mil personas y se llevaron un enorme botín.

14 Cuando Amasías regresó de derrotar a los edomitas, se llevó consigo los dioses de los habitantes de Seír y los adoptó como sus dioses, adorándolos y quemándoles incienso. 15 Por eso el Señor se encendió en ira contra Amasías y le envió un profeta con este mensaje:

—¿Por qué sigues a unos dioses que no pudieron librar de tus manos a su propio pueblo?

16 El rey interrumpió al profeta y le respondió:

—¿Y quién te ha nombrado consejero del rey? Si no quieres que te maten, ¡no sigas fastidiándome!

El profeta se limitó a añadir:

—Solo sé que, por haber hecho esto y por no seguir mi consejo, Dios ha resuelto destruirte.

17 Amasías, rey de Judá, siguiendo el consejo de otros, envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel, con este reto: «¡Ven acá, para que nos enfrentemos!».

18 Pero Joás, rey de Israel, respondió a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano mandó este mensaje al cedro: “¡Entrega a tu hija como esposa a mi hijo!”. Pero luego pasaron por allí las fieras del Líbano y aplastaron el cardo. 19 Tú te jactas de haber derrotado a los edomitas y el éxito se te ha subido a la cabeza. Está bien, jáctate si quieres, pero quédate en casa. ¿Para qué provocas una desgracia que significará tu perdición y la de Judá?».

20 Como estaba en los planes de Dios entregar a Amasías en poder del enemigo por haber seguido a los dioses de Edom, Amasías no le hizo caso. 21 Así que Joás, rey de Israel, marchó a Bet Semes, que está en Judá, para enfrentarse con él. 22 Los israelitas vencieron a los de Judá, y estos huyeron a sus casas. 23 En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Joacaz.[c] Luego fue a Jerusalén y derribó cuatrocientos codos[d] de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina. 24 Además, se apoderó de todo el oro, la plata y los utensilios que estaban en el Templo de Dios bajo el cuidado de Obed Edom. También se llevó los tesoros del palacio real, tomó rehenes y regresó a Samaria.

25 Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, sobrevivió quince años a Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel. 26 Los demás acontecimientos del reinado de Amasías, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27 Desde el momento en que Amasías abandonó al Señor, se tramó una conspiración contra él en Jerusalén. Entonces Amasías huyó a Laquis, pero lo persiguieron y allí lo mataron. 28 Luego lo llevaron a caballo hasta la capital de Judá, donde fue sepultado con sus antepasados.

Footnotes

  1. 25:4 Dt 24:16.
  2. 25:6 Es decir, aprox. 3.4 t; también en v. 9.
  3. 25:23 Joacaz es otra forma del nombre Ocozías.
  4. 25:23 Es decir, aprox. 180 m.

Obediencia de los recabitas

35 Palabra de Jehová que vino a Jeremías en días de Joacim(A) hijo de Josías, rey de Judá, diciendo: Ve a casa de los recabitas y habla con ellos, e introdúcelos en la casa de Jehová, en uno de los aposentos, y dales a beber vino. Tomé entonces a Jaazanías hijo de Jeremías, hijo de Habasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas; y los llevé a la casa de Jehová, al aposento de los hijos de Hanán hijo de Igdalías, varón de Dios, el cual estaba junto al aposento de los príncipes, que estaba sobre el aposento de Maasías hijo de Salum, guarda de la puerta. Y puse delante de los hijos de la familia de los recabitas tazas y copas llenas de vino, y les dije: Bebed vino. Mas ellos dijeron: No beberemos vino; porque Jonadab hijo de Recab nuestro padre nos ordenó diciendo: No beberéis jamás vino vosotros ni vuestros hijos; ni edificaréis casa, ni sembraréis sementera, ni plantaréis viña, ni la retendréis; sino que moraréis en tiendas todos vuestros días, para que viváis muchos días sobre la faz de la tierra donde vosotros habitáis. Y nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab hijo de Recab en todas las cosas que nos mandó, de no beber vino en todos nuestros días, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos ni nuestras hijas; y de no edificar casas para nuestra morada, y de no tener viña, ni heredad, ni sementera. 10 Moramos, pues, en tiendas, y hemos obedecido y hecho conforme a todas las cosas que nos mandó Jonadab nuestro padre. 11 Sucedió, no obstante, que cuando Nabucodonosor rey de Babilonia subió a la tierra, dijimos: Venid, y ocultémonos en Jerusalén, de la presencia del ejército de los caldeos y de la presencia del ejército de los de Siria; y en Jerusalén nos quedamos.

12 Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 13 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová. 14 Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído. 15 Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis. 16 Ciertamente los hijos de Jonadab hijo de Recab tuvieron por firme el mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no me ha obedecido. 17 Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí traeré yo sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado; porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido.

18 Y dijo Jeremías a la familia de los recabitas: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Por cuanto obedecisteis al mandamiento de Jonadab vuestro padre, y guardasteis todos sus mandamientos, e hicisteis conforme a todas las cosas que os mandó; 19 por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No faltará de Jonadab hijo de Recab un varón que esté en mi presencia todos los días.

El rey quema el rollo

36 Aconteció en el cuarto año de Joacim(B) hijo de Josías, rey de Judá, que vino esta palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: Toma un rollo de libro, y escribe en él todas las palabras que te he hablado contra Israel y contra Judá, y contra todas las naciones, desde el día que comencé a hablarte, desde los días de Josías hasta hoy. Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado.

Y llamó Jeremías a Baruc hijo de Nerías, y escribió Baruc de boca de Jeremías, en un rollo de libro, todas las palabras que Jehová le había hablado. Después mandó Jeremías a Baruc, diciendo: A mí se me ha prohibido entrar en la casa de Jehová. Entra tú, pues, y lee de este rollo que escribiste de mi boca, las palabras de Jehová a los oídos del pueblo, en la casa de Jehová, el día del ayuno; y las leerás también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades. Quizá llegue la oración de ellos a la presencia de Jehová, y se vuelva cada uno de su mal camino; porque grande es el furor y la ira que ha expresado Jehová contra este pueblo. Y Baruc hijo de Nerías hizo conforme a todas las cosas que le mandó Jeremías profeta, leyendo en el libro las palabras de Jehová en la casa de Jehová.

Y aconteció en el año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que promulgaron ayuno en la presencia de Jehová a todo el pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalén. 10 Y Baruc leyó en el libro las palabras de Jeremías en la casa de Jehová, en el aposento de Gemarías hijo de Safán escriba, en el atrio de arriba, a la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová, a oídos del pueblo.

11 Y Micaías hijo de Gemarías, hijo de Safán, habiendo oído del libro todas las palabras de Jehová, 12 descendió a la casa del rey, al aposento del secretario, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados, esto es: Elisama secretario, Delaía hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los príncipes. 13 Y les contó Micaías todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro a oídos del pueblo. 14 Entonces enviaron todos los príncipes a Jehudí hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Cusi, para que dijese a Baruc: Toma el rollo en el que leíste a oídos del pueblo, y ven. Y Baruc hijo de Nerías tomó el rollo en su mano y vino a ellos. 15 Y le dijeron: Siéntate ahora, y léelo a nosotros. Y se lo leyó Baruc. 16 Cuando oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero, y dijeron a Baruc: Sin duda contaremos al rey todas estas palabras. 17 Preguntaron luego a Baruc, diciendo: Cuéntanos ahora cómo escribiste de boca de Jeremías todas estas palabras. 18 Y Baruc les dijo: Él me dictaba de su boca todas estas palabras, y yo escribía con tinta en el libro. 19 Entonces dijeron los príncipes a Baruc: Ve y escóndete, tú y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis.

20 Y entraron a donde estaba el rey, al atrio, habiendo depositado el rollo en el aposento de Elisama secretario; y contaron a oídos del rey todas estas palabras. 21 Y envió el rey a Jehudí a que tomase el rollo, el cual lo tomó del aposento de Elisama secretario, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos de todos los príncipes que junto al rey estaban. 22 Y el rey estaba en la casa de invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él. 23 Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había. 24 Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras. 25 Y aunque Elnatán y Delaía y Gemarías rogaron al rey que no quemase aquel rollo, no los quiso oír. 26 También mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel, para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió.

27 Y vino palabra de Jehová a Jeremías, después que el rey quemó el rollo, las palabras que Baruc había escrito de boca de Jeremías, diciendo: 28 Vuelve a tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras primeras que estaban en el primer rollo que quemó Joacim rey de Judá. 29 Y dirás a Joacim rey de Judá: Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella ni hombres ni animales? 30 Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche. 31 Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he anunciado y no escucharon.

32 Y tomó Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc hijo de Nerías escriba; y escribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes.

Encarcelamiento de Jeremías

37 En lugar de Conías hijo de Joacim reinó el rey Sedequías hijo de Josías, al cual Nabucodonosor rey de Babilonia constituyó por rey en la tierra de Judá.(C) Pero no obedeció él ni sus siervos ni el pueblo de la tierra a las palabras de Jehová, las cuales dijo por el profeta Jeremías.

Y envió el rey Sedequías a Jucal hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios. Y Jeremías entraba y salía en medio del pueblo; porque todavía no lo habían puesto en la cárcel. Y cuando el ejército de Faraón había salido de Egipto, y llegó noticia de ello a oídos de los caldeos que tenían sitiada a Jerusalén, se retiraron de Jerusalén.

Entonces vino palabra de Jehová al profeta Jeremías, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto. Y volverán los caldeos y atacarán esta ciudad, y la tomarán y la pondrán a fuego. Así ha dicho Jehová: No os engañéis a vosotros mismos, diciendo: Sin duda ya los caldeos se apartarán de nosotros; porque no se apartarán. 10 Porque aun cuando hirieseis a todo el ejército de los caldeos que pelean contra vosotros, y quedasen de ellos solamente hombres heridos, cada uno se levantará de su tienda, y pondrán esta ciudad a fuego.

11 Y aconteció que cuando el ejército de los caldeos se retiró de Jerusalén a causa del ejército de Faraón, 12 salía Jeremías de Jerusalén para irse a tierra de Benjamín, para apartarse de en medio del pueblo. 13 Y cuando fue a la puerta de Benjamín, estaba allí un capitán que se llamaba Irías hijo de Selemías, hijo de Hananías, el cual apresó al profeta Jeremías, diciendo: Tú te pasas a los caldeos. 14 Y Jeremías dijo: Falso; no me paso a los caldeos. Pero él no lo escuchó, sino prendió Irías a Jeremías, y lo llevó delante de los príncipes. 15 Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y le azotaron y le pusieron en prisión en la casa del escriba Jonatán, porque la habían convertido en cárcel.

16 Entró, pues, Jeremías en la casa de la cisterna, y en las bóvedas. Y habiendo estado allá Jeremías por muchos días, 17 el rey Sedequías envió y le sacó; y le preguntó el rey secretamente en su casa, y dijo: ¿Hay palabra de Jehová? Y Jeremías dijo: Hay. Y dijo más: En mano del rey de Babilonia serás entregado. 18 Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué pequé contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, para que me pusieseis en la cárcel? 19 ¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros, ni contra esta tierra? 20 Ahora pues, oye, te ruego, oh rey mi señor; caiga ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a casa del escriba Jonatán, para que no muera allí. 21 Entonces dio orden el rey Sedequías, y custodiaron a Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.

El ejemplo de los recabitas

35 La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, en los días de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá: «Ve a la casa de los recabitas, invítalos para que vengan a una de las salas del Templo del Señor y ofréceles vino».

Entonces fui a buscar a Jazanías, hijo de Jeremías y nieto de Jabasinías, a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la comunidad de los recabitas. Los llevé al Templo del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los oficiales que a su vez estaba encima de la de Maseías, hijo de Salún, guarda de la entrada. Serví a los recabitas jarras y copas llenas de vino y les dije: «¡Beban!».

Ellos me respondieron: «Nosotros no bebemos vino, porque Jonadab, hijo de Recab y antepasado nuestro, nos ordenó lo siguiente: “Nunca beban vino, ni ustedes ni sus descendientes. Tampoco edifiquen casas, ni siembren semillas, ni planten viñedos, ni posean ninguna de estas cosas. Habiten siempre en tiendas de campaña, para que vivan mucho tiempo en esta tierra donde son extranjeros”. Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, hijo de Recab. Nunca bebemos vino; tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos. No edificamos casas para habitarlas; no poseemos viñedos ni campos sembrados. 10 Vivimos en tiendas de campaña y obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, nuestro antepasado. 11 Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: “Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio[a] y del ejército arameo”. Por eso ahora vivimos en Jerusalén».

12 Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías: 13 «Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No pueden aprender esta lección y obedecer mis palabras?”, afirma el Señor. 14 “Los descendientes de Jonadab, hijo de Recab, han cumplido con la orden de no beber vino y hasta el día de hoy no lo beben, porque obedecen lo que su antepasado ordenó. En cambio ustedes, aunque yo les he hablado en repetidas ocasiones, no me han hecho caso. 15 Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que he dado a ustedes y a sus antepasados’. Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso. 16 Los descendientes de Jonadab, hijo de Recab, cumplieron la orden dada por su antepasado; en cambio, este pueblo no me obedece”.

17 »Por eso, así dice el Señor Dios de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron”».

18 Jeremías también dijo a los recabitas: «Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Por cuanto ustedes han obedecido las órdenes de Jonadab, su antepasado, y han cumplido con todos sus mandatos y han hecho todo lo que él les ordenó, 19 así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Nunca faltará a Jonadab, hijo de Recab, un descendiente que esté a mi servicio todos los días’ ”».

El rey Joacim quema el rollo de Jeremías

36 Esta palabra del Señor vino a Jeremías en el año cuarto del rey Joacim, hijo de Josías y rey de Judá: «Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de todas las naciones. Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino; entonces yo perdonaré su iniquidad y su pecado».

Jeremías llamó a Baruc, hijo de Nerías, y mientras dictaba, Baruc escribía en el rollo todo lo que el Señor había dicho al profeta. Luego Jeremías dio esta orden a Baruc: «Estoy confinado y no puedo ir al Templo del Señor. Por tanto, ve al Templo del Señor en el día de ayuno y lee a oídos del pueblo las palabras del Señor que te he dictado y que escribiste en el rollo. Léeselas también a toda la gente de Judá que haya venido de sus ciudades. ¡A lo mejor su súplica llega a la presencia del Señor y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a este pueblo!».

Baruc, hijo de Nerías, hizo tal y como había ordenado el profeta Jeremías: Leyó en el Templo del Señor las palabras escritas en el rollo. En el mes noveno del año quinto de Joacim, hijo de Josías y rey de Judá, todo el pueblo de Jerusalén y todos los que habían venido de las otras ciudades de Judá fueron convocados a ayunar delante del Señor. 10 Baruc se dirigió al atrio superior del Templo del Señor, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías, hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías.

11 Micaías, hijo de Guemarías y nieto de Safán, escuchó todas las palabras del Señor que estaban escritas en el rollo. 12 Entonces bajó al palacio del rey, a la sala del cronista, donde estaban reunidos todos los oficiales, es decir, el cronista Elisama, Delaías, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Acbor, Guemarías, hijo de Safán, Sedequías, hijo de Jananías, y todos los demás oficiales. 13 Micaías contó todo lo que había escuchado de lo que Baruc había leído ante el pueblo. 14 Entonces todos los oficiales enviaron a Yehudi, hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, para que dijera a Baruc: «Toma el rollo que has leído ante el pueblo y ven». Baruc, hijo de Nerías, lo tomó y se presentó ante ellos. 15 Entonces los oficiales dijeron:

—Siéntate y léenos lo que está en el rollo.

Baruc lo leyó ante ellos. 16 Terminada la lectura, se miraron temerosos unos a otros y dijeron:

—Tenemos que informar de todo esto al rey.

17 Luego preguntaron a Baruc:

—Dinos, ¿cómo fue que escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías?

18 —Sí —respondió Baruc—, él me lo dictó y yo lo escribí con tinta en el rollo.

19 Entonces los oficiales dijeron a Baruc:

—Tú y Jeremías, vayan a esconderse. ¡Que nadie sepa donde están!

20 Después de dejar el rollo en la sala del cronista Elisama, los oficiales se presentaron en el atrio, delante del rey, y lo pusieron al tanto de todo lo ocurrido. 21 El rey envió a Yehudi a buscar el rollo; Yehudi lo tomó de la sala de Elisama y lo leyó en presencia del rey y de todos los oficiales que estaban con él. 22 Era el mes noveno, por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un brasero encendido. 23 A medida que Yehudi terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con un estilete de escriba y las echaba al fuego del brasero. Así lo hizo con todo el rollo, hasta que este se consumió en el fuego. 24 Ni el rey ni los jefes que escucharon todas estas palabras tuvieron temor ni se rasgaron las vestiduras. 25 Esto sucedió a pesar de que Elnatán, Delaías y Guemarías habían suplicado al rey que no quemara el rollo; pero el rey no les hizo caso. 26 Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de Abdel, para que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido.

27 Luego que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías había dictado a Baruc, la palabra del Señor vino a Jeremías: 28 «Toma otro rollo y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá. 29 Y adviértele a Joacim que así dice el Señor: “Tú quemaste aquel rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que con toda seguridad el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra y a borrar de ella a toda persona y animal?’ ”. 30 Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, rey de Judá: “Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David; su cadáver será arrojado y quedará expuesto al calor del día y a las heladas de la noche. 31 Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso”».

32 Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc, hijo de Nerías. Baruc escribió en el rollo todo lo que Jeremías dictó, lo cual era idéntico a lo escrito en el rollo quemado por el rey Joacim. Se agregaron, además, muchas otras cosas semejantes.

Encarcelamiento de Jeremías

37 Nabucodonosor, rey de Babilonia, puso como rey de Judá a Sedequías, hijo de Josías, en lugar de Jeconías[b], hijo de Joacim. Pero ni Sedequías ni sus siervos ni la gente de Judá hicieron caso a las palabras que el Señor había hablado a través del profeta Jeremías.

No obstante, el rey Sedequías envió a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, a decirle al profeta Jeremías: «Ora por nosotros al Señor nuestro Dios».

Mientras tanto, Jeremías se movía con total libertad entre la gente, pues todavía no lo habían encarcelado. Por otra parte, el ejército del faraón había salido de Egipto. Cuando los babilonios[c] que estaban sitiando a Jerusalén se enteraron de la noticia, emprendieron la retirada.

La palabra del Señor vino al profeta Jeremías: «Así dice el Señor, el Dios de Israel: “Díganle al rey de Judá que los mandó a consultarme: ‘El ejército del faraón, que salió para apoyarlos, se volverá a Egipto. Los babilonios regresarán para atacar esta ciudad; la capturarán y la incendiarán’ ”.

»Así dice el Señor: “No se hagan ilusiones creyendo que los babilonios se van a retirar. ¡Se equivocan! No se van a retirar. 10 Y aunque ustedes derrotaran a todo el ejército babilonio, y solo quedaran en sus campamentos algunos hombres heridos, estos se levantarían e incendiarían esta ciudad”».

11 Cuando por causa de la incursión del ejército del faraón el ejército de Babilonia se retiró de Jerusalén, 12 Jeremías quiso trasladarse de Jerusalén al territorio de Benjamín para tomar posesión de una herencia. 13 Pero al llegar a la puerta de Benjamín, un capitán de la guardia llamado Irías, hijo de Selemías y nieto de Jananías, detuvo al profeta Jeremías y lo acusó:

—¡Estás por pasarte a los babilonios!

14 Jeremías respondió:

—¡Mentira, no voy a pasarme a los babilonios!

Pero Irías no le hizo caso, sino que lo detuvo y lo llevó ante los oficiales. 15 Estos estaban enfurecidos contra Jeremías, así que luego de golpearlo, lo encarcelaron en la casa del cronista Jonatán, ya que la habían convertido en prisión. 16 Así Jeremías fue encerrado en una cámara subterránea de la cárcel, donde permaneció mucho tiempo.

17 El rey Sedequías mandó que trajeran a Jeremías al palacio y allí le preguntó en secreto:

—¿Has recibido alguna palabra del Señor?

—Sí —respondió Jeremías—, usted será entregado en manos del rey de Babilonia.

18 A su vez, Jeremías preguntó al rey Sedequías:

—¿Qué crimen he cometido contra usted, o contra sus ministros o este pueblo, para que me hayan encarcelado? 19 ¿Dónde están sus profetas, los que profetizaban que el rey de Babilonia no los atacaría ni a ustedes ni a este país? 20 Pero ahora, ruego a mi señor el rey que me preste atención. Le pido que no me mande de vuelta a la casa del cronista Jonatán, no sea que yo muera allí.

21 Entonces el rey Sedequías ordenó que pusieran a Jeremías en el patio de la guardia y que, mientras hubiera pan en la ciudad, todos los días le dieran una porción del pan horneado en la calle de los Panaderos. Así fue como Jeremías permaneció en el patio de la guardia.

Footnotes

  1. 35:11 Lit. caldeo.
  2. 37:1 Jeconías. Lit. Conías (variante de este nombre).
  3. 37:5 Lit. caldeos.