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«Pero no midas las partes externas del templo —me dijeron—, porque han sido entregadas a las naciones y estas se pasarán tres años y medio humillando a la ciudad santa. Y enviaré a mis dos testigos para que profeticen durante mil doscientos sesenta días vestidos de luto».

Los dos profetas en cuestión eran los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la tierra.

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