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Oí también que el altar decía:

«Sí, Señor, Dios Todopoderoso,
    tus juicios son correctos y justos».

Después, el cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y el sol recibió el poder de quemar a la gente con fuego. Los seres humanos sufrieron graves quemaduras, pero no cambiaron su forma de pensar ni de vivir. No honraron a Dios, quien había mandado esas plagas, sino que maldijeron su nombre.

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