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Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía;

He recogido mi mirra y mis aromas;

He comido mi panal y mi miel,

Mi vino y mi leche he bebido.

Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados.

El tormento de la separación

Yo dormía, pero mi corazón velaba.

Es la voz de mi amado que llama:

Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía,

Porque mi cabeza está llena de rocío,

Mis cabellos de las gotas de la noche.

Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir?

He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?

Mi amado metió su mano por la ventanilla,

Y mi corazón se conmovió dentro de mí.

Yo me levanté para abrir a mi amado,

Y mis manos gotearon mirra,

Y mis dedos mirra, que corría

Sobre la manecilla del cerrojo.

Abrí yo a mi amado;

Pero mi amado se había ido, había ya pasado;

Y tras su hablar salió mi alma.

Lo busqué, y no lo hallé;

Lo llamé, y no me respondió.

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad;

Me golpearon, me hirieron;

Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,

Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.

La esposa alaba al esposo

¿Qué es tu amado más que otro amado,

Oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿Qué es tu amado más que otro amado,

Que así nos conjuras?

10 Mi amado es blanco y rubio,

Señalado entre diez mil.

11 Su cabeza como oro finísimo;

Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.

12 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas,

Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.

13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores;

Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante.

14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos;

Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros.

15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino;

Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.

16 Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable.

Tal es mi amado, tal es mi amigo,

Oh doncellas de Jerusalén.

El amado

He entrado ya en mi jardín,
    hermana y novia mía,
y en él recojo mirra y bálsamo;
    allí me sacio del panal y de su miel;
    allí bebo mi vino y mi leche.

Los amigos

¡Coman y beban, amigos,
    y embriáguense de amor!

Cuarto Canto

La amada

Yo dormía, pero mi corazón velaba.
    ¡Y oí una voz!
    ¡Mi amado estaba a la puerta!
«Hermana, amada mía;
    preciosa paloma mía,
    ¡déjame entrar!
Mi cabeza está empapada de rocío;
    la humedad de la noche corre por mi pelo».
Ya me he quitado la ropa;
    ¿cómo volver a vestirme?
Ya me he lavado los pies;
    ¿cómo ensuciarlos de nuevo?
Mi amado pasó la mano por la abertura del cerrojo;
    ¡se estremecieron mis entrañas al sentirlo!
Me levanté y le abrí a mi amado;
    gotas de mirra corrían por mis manos.
Se deslizaban entre mis dedos
    y caían sobre el cerrojo.
Le abrí a mi amado,
    pero ya no estaba allí.
Se había marchado
    y tras su voz se fue mi alma.
Lo busqué y no lo hallé.
    Lo llamé y no me respondió.
Me encontraron los centinelas
    mientras rondaban la ciudad;
los que vigilan las murallas
    me hirieron, me golpearon;
    ¡me despojaron de mi manto!
Yo les ruego, doncellas de Jerusalén,
    que si encuentran a mi amado,
¿qué le dirán?
    ¡Díganle que estoy enferma de amor!

El coro

Dinos, bella entre las bellas,
    ¿en qué aventaja tu amado a otros hombres?
¿En qué aventaja tu amado a otros hombres,
    que nos haces tales ruegos?

La amada

10 Mi amado es apuesto y trigueño,
    y entre diez mil hombres se le distingue.
11 Su cabeza es oro fino;
    su cabellera es ondulada
    y negra como un cuervo.
12 Sus ojos parecen palomas
    posadas junto a los canales de agua,
bañadas en leche,
    montadas como joyas.
13 Sus mejillas son como lechos de bálsamo,
    como cultivos de hierbas aromáticas.
Sus labios son azucenas
    por las que fluye mirra.
14 Sus brazos son barras de oro
    montadas sobre topacios.
Su cuerpo es pulido marfil
    incrustado de zafiros.
15 Sus piernas son pilares de mármol
    que descansan sobre bases de oro puro.
Su porte es como el del Líbano,
    esbelto como sus cedros.
16 Su paladar es la dulzura misma;
    ¡él es todo un encanto!
¡Tal es mi amado, tal es mi amigo,
    doncellas de Jerusalén!