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Entonces se reunieron los sátrapas, prefectos y gobernadores, los consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y todos los gobernantes de las provincias para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y todos estaban de pie delante de la estatua que Nabucodonosor había levantado. Y el heraldo proclamó con fuerza: Se os ordena a vosotros, pueblos, naciones y lenguas(A), que en el momento en que oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la lira[a], el arpa[b], el salterio[c], la gaita y toda clase de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado(B); pero el que no se postre y adore, será echado inmediatamente[d] en un horno de fuego ardiente(C). Por tanto, en el momento en que todos los pueblos oyeron el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita[e] y toda clase de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Sin embargo[f] en aquel tiempo algunos caldeos se presentaron(D) y acusaron a[g] los judíos(E). Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: ¡Oh rey, vive para siempre(F)! 10 Tú, oh rey, has proclamado un decreto de que todo hombre que oiga el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro(G), 11 y el que no se postre y adore, será echado en un horno de fuego ardiente. 12 Pero hay algunos judíos a quienes has puesto sobre la administración de la provincia de Babilonia, es decir, Sadrac, Mesac y Abed-nego(H), y estos hombres, oh rey, no te hacen caso; no sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor, enojado y furioso, dio orden de traer a Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos hombres, pues, fueron conducidos ante el rey(I). 14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad Sadrac, Mesac y Abed-nego que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he levantado(J)? 15 ¿Estáis dispuestos ahora, para que cuando oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la lira, el arpa, el salterio, la gaita y toda clase de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho(K)? Porque si no la adoráis, inmediatamente[h] seréis echados en un horno de fuego ardiente(L); ¿y qué dios será el que os libre de mis manos(M)? 16 Sadrac, Mesac y Abed-nego(N) respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto. 17 Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey(O), nos librará(P). 18 Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses(Q) ni adoraremos la estatua de oro que has levantado(R).

Librados del horno de fuego

19 Entonces Nabucodonosor se llenó de furor, y demudó su semblante contra Sadrac, Mesac y Abed-nego(S). Respondió ordenando que se calentara el horno siete veces más de lo que se acostumbraba calentar. 20 Y mandó que algunos valientes guerreros de su ejército ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, y los echaran en el horno de fuego ardiente. 21 Entonces estos hombres fueron atados y arrojados con sus mantos[i], sus túnicas[j], sus gorros y sus otras ropas en el horno de fuego ardiente(T). 22 Como la orden[k] del rey era apremiante[l](U) y el horno había sido calentado excesivamente, la llama del fuego mató a los que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Pero estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego cayeron, atados, en medio del horno de fuego ardiente(V).

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y levantándose apresuradamente preguntó[m] a sus altos oficiales: ¿No eran tres los hombres que echamos atados en medio del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Ciertamente, oh rey. 25 El rey respondió y dijo: ¡Mirad! Veo a cuatro hombres sueltos que se pasean en medio del fuego sin sufrir daño alguno[n](W), y el aspecto del cuarto es semejante al de un hijo de los dioses. 26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y[o] dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo(X), salid y venid acá. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego(Y). 27 Y los sátrapas, los prefectos, los gobernadores y los altos oficiales del rey se reunieron(Z) para ver a estos hombres, cómo el fuego no había tenido efecto[p] alguno sobre sus cuerpos, ni el cabello de sus cabezas se había chamuscado, ni sus mantos[q](AA) habían sufrido daño alguno[r], ni aun olor del fuego había quedado en ellos(AB).

28 Habló Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego(AC) que ha enviado a su ángel(AD) y ha librado a sus siervos que, confiando en Él(AE), desobedecieron la orden[s] del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su Dios(AF). 29 Por tanto, proclamo un decreto de que todo pueblo, nación o lengua que diga blasfemia contra el Dios(AG) de Sadrac, Mesac y Abed-nego(AH) sea descuartizado y sus casas reducidas a escombros[t](AI), ya que no hay otro dios que pueda librar de esta manera(AJ). 30 Entonces el rey hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia(AK).

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Footnotes

  1. Daniel 3:5 O, cítara, y así en el resto del cap.
  2. Daniel 3:5 O, lira triangular, y así en el resto del cap.
  3. Daniel 3:5 O, una especie de arpa, y así en el resto del cap.
  4. Daniel 3:6 O, en la misma hora
  5. Daniel 3:7 Así en muchos mss. y en algunas versiones antiguas; el T.M. omite: la gaita
  6. Daniel 3:8 Lit., Por tanto
  7. Daniel 3:8 Lit., comieron los pedazos de
  8. Daniel 3:15 O, en la misma hora
  9. Daniel 3:21 O, pantalones
  10. Daniel 3:21 O, calzas
  11. Daniel 3:22 Lit., palabra
  12. Daniel 3:22 O, severa
  13. Daniel 3:24 Lit., respondió y dijo
  14. Daniel 3:25 Lit., no hay daño en ellos
  15. Daniel 3:26 Lit., respondió, y
  16. Daniel 3:27 Lit., poder
  17. Daniel 3:27 O, pantalones
  18. Daniel 3:27 Lit., cambio
  19. Daniel 3:28 Lit., y cambiaron la palabra
  20. Daniel 3:29 Lit., muladar

Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.

Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. 10 Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; 11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. 12 Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que le trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. 14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado? 15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. 19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. 20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. 21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. 25 Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.

26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. 27 Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían. 28 Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. 29 Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como este. 30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

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