Daniel 4:35-37
Palabra de Dios para Todos
35 Los habitantes de la tierra son insignificantes
si se les compara con él.
Hace siempre su voluntad,
tanto entre los habitantes del cielo,
como entre la gente de la tierra.
Nadie puede estar en contra de su poder,
ni preguntar por qué hace lo que hace.
36 En ese momento, Dios me sanó de mi locura. Me devolvió mi reino y mi honor; mi cuerpo volvió a ser normal; mis consejeros y los miembros de la corte volvieron a confiar en mí. Volví a ser el rey y me volví más rico y poderoso que antes. 37 Por eso, yo, Nabucodonosor, alabo, bendigo y doy gloria al Rey del cielo. Sus obras son justas y sus caminos rectos. Él es capaz de humillar a los arrogantes.
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