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Oré al Señor mi Dios e hice confesión y dije: «Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia(A) para los que lo aman y guardan Sus mandamientos(B), hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo(C), nos hemos rebelado(D) y nos hemos apartado de Tus mandamientos(E) y de Tus ordenanzas. No hemos escuchado a Tus siervos los profetas(F) que hablaron en Tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.

Tuya es la justicia, oh Señor, y nuestra la vergüenza en el rostro, como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel(G), a los que están cerca y a los que están lejos en todos los países adonde los has echado(H), a causa de las infidelidades que cometieron contra Ti(I).

»Oh Señor, nuestra es la vergüenza del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra Ti. Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón(J), porque[a] nos hemos rebelado contra Él(K), 10 y no hemos obedecido la voz del Señor nuestro Dios para andar en Sus enseñanzas[b], que Él puso delante de nosotros por medio[c] de Sus siervos los profetas(L). 11 Ciertamente todo Israel ha transgredido Tu ley y se ha apartado, sin querer obedecer Tu voz(M). Por eso ha sido derramada sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley(N) de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra Él.

12 »Y Él ha confirmado las palabras que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron[d], trayendo sobre nosotros gran calamidad(O), pues nunca se ha hecho debajo del[e] cielo nada como lo que se ha hecho contra Jerusalén(P). 13 Como está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad ha venido sobre nosotros(Q), pero no hemos buscado el favor[f] del Señor nuestro Dios, apartándonos de nuestra iniquidad y prestando atención a[g] Tu verdad(R).

14 »Por tanto, el Señor ha estado guardando esta[h] calamidad(S) y la ha traído sobre nosotros. Porque el Señor nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos obedecido Su voz(T). 15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a Tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa(U), y te has hecho un nombre, como hoy se ve(V), hemos pecado, hemos sido malos. 16 Oh Señor, conforme a todos Tus actos de justicia[i], apártese ahora Tu ira y Tu furor de Tu ciudad, Jerusalén(W), Tu santo monte(X). Porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y Tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean(Y).

17 »Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración de Tu siervo y sus súplicas, y haz resplandecer Tu rostro(Z) sobre Tu santuario desolado(AA), por amor de Ti mismo, oh Señor[j]. 18 Inclina Tu oído, Dios mío, y escucha. Abre Tus ojos y mira(AB) nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca Tu nombre(AC). Pues no es por nuestros propios méritos[k] que presentamos[l] nuestras súplicas(AD) delante de Ti, sino por Tu gran compasión. 19 ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de Ti mismo, Dios mío(AE)! Porque Tu nombre se invoca sobre Tu ciudad y sobre Tu pueblo».

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Footnotes

  1. Daniel 9:9 O aunque.
  2. Daniel 9:10 O leyes.
  3. Daniel 9:10 Lit. mano.
  4. Daniel 9:12 Lit. jueces que nos juzgaron.
  5. Daniel 9:12 Lit. de todo el.
  6. Daniel 9:13 Lit. ablandando el rostro.
  7. Daniel 9:13 O teniendo entendimiento de.
  8. Daniel 9:14 Lit. velando sobre la.
  9. Daniel 9:16 Lit. todas tus justicias.
  10. Daniel 9:17 Lit. por amor del Señor.
  11. Daniel 9:18 Lit. nuestras justicias.
  12. Daniel 9:18 Lit. hacemos caer.

Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

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