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10 Los caldeos respondieron delante del rey y dijeron:

—No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey. Además, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. 11 Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no está entre los hombres.

12 Por esto el rey, con ira y con gran enojo, mandó que mataran a todos los sabios de Babilonia.

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