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Por eso, tan pronto como oyeron todos los pueblos el sonido de la corneta, de la flauta, de la cítara, de la lira, del arpa, de la zampoña[a] y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y rindieron homenaje a la estatua de oro que había levantado el rey Nabucodonosor.

Desacato de Sadrac, Mesac y Abed-nego

Por esto, en el mismo tiempo algunos hombres caldeos se acercaron y denunciaron a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor:

—¡Oh rey, para siempre vivas!

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Footnotes

  1. Daniel 3:7 Desde aquí hasta 7:28 el texto original está en arameo, no en hebreo.