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Todos los sabios se presentaron ante el rey, pero ninguno pudo leer ni entender lo que estaba escrito. Entonces los oficiales se preocuparon mucho y el rey Belsasar se asustó tanto que palideció aun más.

10 La reina escuchó que Belsasar y sus invitados hacían mucho ruido, así que fue al salón de la fiesta y le dijo al rey:

—¡Viva el rey por siempre! No te asustes ni palidezcas.

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