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13 Acudieron de inmediato al rey y le recordaron el real decreto:

— ¿No has firmado un decreto ordenando que, durante treinta días, nadie rece a cualquier otro dios o ser humano, salvo a ti, majestad, so pena de ser arrojado al foso de los leones?

El rey respondió:

— Así es, y se trata de un decreto irrevocable, según la ley de los medos y de los persas.

14 Entonces dijeron al rey:

— Pues Daniel, uno de los deportados de Judá, no te obedece, majestad, pues pasa por alto el decreto que firmaste. Ora tres veces al día.

15 Al oírlo, el rey se entristeció y se propuso salvar a Daniel; lo estuvo intentando hasta la puesta de sol.

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